martes, 20 de julio de 2010

La Escuela, el maestro y La comunidad

CUADERNOS "EL EDUCADOR"

 

 

 

 

Pablo Miranda

 

 

La  Escuela, el maestro y

La comunidad

 

 

 

 

 

Julio de 2004

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuadernos EL EDUCADOR

 

           SEGUNDA SERIE:

 

Número: 1

 

La escuela,

El maestro y

La comunidad

 

Ediciones

UNE Nacional

Ascazubí 271 y 9 de Octubre

 

Primera edición

2000 ejemplares

 

Impresión

 

 

 

 

 

 

LA  ESCUELA,  EL   MAESTRO  Y  LA  COMUNIDAD

 

 

 

 

¿Qué es la escuela?

 

A través de  los tiempos y en todas las culturas y pueblos, desde la aparición de la propiedad privada y de las clases sociales, la escuela en sí y por si misma, juega un rol de trascendencia. Es uno de los engranajes de la sociedad. Existió y pervivirá para la reproducción del conocimiento.

La escuela hace parte de las superestructuras de la sociedad. Refleja los intereses materiales y espirituales de las clases y sectores dominantes. En las diversas etapas de la sociedad, la escuela responde a la base material, a la estructura económica y social. La escuela  ha evolucionado y se ha revolucionado conforme se desenvolvía la vida de la sociedad.

Existen muchas definiciones de la Escuela, pero todas ellas se basan esencialmente en sus propósitos y en sus metodologías.

Nosotros esbozaremos una explicación que no pretende ser original, sino más bien la condensación de unas cuantas ideas, elaboradas y trazadas por varios autores.

La escuela es un proceso activo mediante el cual se produce la apropiación y reproducción de las ideas, las artes y las técnicas que han sido y son elaboradas por la humanidad a través de los tiempos.

Señalemos que al definir a la escuela como un proceso, hablamos de un sistema, de instituciones, de método y metodologías, de actores y protagonistas, de sujetos y propósitos.

Cuando hablamos de la apropiación y reproducción de las ideas, las artes  y las técnicas nos referimos a los contenidos que se socializan, que se aprehenden y elaboran en el proceso mismo de la realización de la escuela

La Escuela recoge el conocimiento del pasado, recrea las ideas del presente y plantea perspectivas para el mañana.

La Escuela es un proceso históricamente determinado. A cada época corresponde una escuela concreta.

 

         

¿Cuál es el papel de

la escuela en la sociedad?

 

Esta es una cuestión básica. La escuela está concebida, en todas las sociedades de clases para:

La reproducción de las ideas de las clases dominantes en el conjunto de la sociedad;

Subyugar las aspiraciones y las propuestas de las clases subordinadas;

La formación de la fuerza laboral necesaria para la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales  de la sociedad;

La construcción de una intelectualidad que preserve y sostenga el andamiaje social;

La formación de los futuros gobernantes;

La legitimación del poder y de la institucionalidad.

Esta cuestión fue de esta manera en  el pasado, ocurre en el presente y será una realidad en el futuro.

En la sociedad ecuatoriana de nuestros días ese rol de la escuela tiene vigencia plena.

En la sociedad ecuatoriana las clases dominantes están conformadas por los grandes empresarios capitalistas, propietarios de los grandes medios de producción, que son socios y sustento de la explotación y dominación de los monopolios internacionales, principalmente norteamericanos.

Esas clases dominantes necesitan, para reproducir el  modo de vida, para generar la riqueza y la acumulación, formar mano de obra calificada, trabajadores que puedan manejar las maquinarias y aplicar las nuevas tecnologías y esa tarea la encarga a la escuela (aquí nos referimos a todos los niveles de la educación, a los colegios técnicos que forman a los trabajadores calificados de la industria moderna, a las universidades y escuelas politécnicas que forman los cuadros  técnicos y científicos, a las escuelas de marketing y publicidad que producen a los especialistas en estas áreas de la vida económica y material).

Esas mismas clases dominantes requieren que una parte de los trabajadores siga uncida a las labores manuales, a las formas de producción atrasadas, al azadón y al machete, al pico y a la pala y por consiguiente encarga esa responsabilidad a la escuela. (Hablamos de la escuela rural y de aquella de los barrios populares de las ciudades)

Los capitalistas necesitan de una intelectualidad que sostenga el estatus actual, que teorice y desenvuelva ideas y propuestas en el marco del sistema capitalista, que recree esa situación y le muestre soluciones en el marco del modo de vida.

Esa intelectualidad está constituida por los artistas y literatos, por los pensadores y filósofos, por los abogados y demás profesionales que constituyen la trama de la sociedad, por los profesores que tienen el rol de socializar los conocimientos y las ideas de los de arriba. 

Los dueños del país, los imperialistas y grandes burgueses imponen su modo de ver y pensar, su concepción del mundo, en definitiva su ideología; para cumplir estos propósitos requieren anular el pensamiento progresista de los trabajadores y los pueblos. La imposición de un modo de pensar exige la condena y el arrinconamiento de las ideas de los opositores.

Todo el sistema educativo está dirigido a cumplir esos objetivos. Desde la escuela parvularia hasta los altos niveles de la educación universitaria, los contenidos y las metodologías  registran y conducen esas ideas y sistemas. La escuela es uno de los pilares para la reproducción y legalización de sus ideas.      

La dirección del Estado y de la sociedad requiere de cuadros capacitados para cumplir sus responsabilidades. Los nuevos gobernantes, aquellos que constituyen la cúpula de institucionalidad, los presidentes y ministros, los jueces, los sacerdotes, los oficiales militares y de policía, el ejército de mandos medios que demanda la institucionalidad, han de formarse por parte de la escuela.

Para cumplir esos objetivos están las diversas instituciones educativas, la escuela, el colegio y las universidades. La gran mayoría de altos funcionarios de Economía y las Finanzas del Estado y de la empresa privada son egresados de las Universidades Particulares del país y del exterior.

 

 

 

La escuela a través de los tiempos

 

Es evidente que las necesidades de la sociedad van cambiando, conforme se desarrollan las fuerzas productivas. Esos cambios se reflejan también en la escuela.

La escuela ecuatoriana es una de las expresiones del desarrollo de la sociedad.

Hablaremos aquí solamente de la escuela de la República.

La escuela que construyeron los terratenientes servía de manera expresa a sus intereses, reproducía su modo de pensar, su ideología. La enseñanza era un privilegio para los hijos de los señores, estos podían tenerla completa, ir al colegio y a la Universidad, formarse para dirigir el país y las haciendas, para el comercio, podían ir a Europa. Los hijos de los campesinos y de los artesanos y comerciantes no tenían derecho a la escolaridad, mientras menos supieran eran una garantía para la explotación y opresión de que eran víctimas. Desde luego debían recibir la doctrina cristiana, la predica de la resignación y la humildad, del respeto a Dios y sus superiores. Por eso la escuela era encomendada a la iglesia, se limitaba a la enseñanza de destrezas para el trabajo manual, para la artesanía y el comercio.

La escuela que erigieron los capitalistas constituyó en el Ecuador un gran paso adelante, se inició con el triunfo de la revolución liberal y continúa desenvolviéndose en correspondencia con el desarrollo de las fuerzas productivas. Una primera cuestión a resolver fue la implantación del laicismo, la paulatina generalización a más amplios sectores de la ciudad y el campo; vinieron luego la incorporación de la mujer a la escuela y a la docencia; más adelante la enseñanza técnica.

La nueva escuela, aquella que construiremos los trabajadores y los pueblos del Ecuador, reproducirá también los intereses económicos, sociales y políticos de sus responsables. Será una escuela para la vida y el trabajo, para la forja de un mundo nuevo; será una escuela para la libertad, para la patria y para la solidaridad.

 

¿Qué es la ideología?

 

La ideología está constituida por el conjunto de ideas,  conceptos y opiniones sobre los diversos fenómenos de la naturaleza y la sociedad, acerca del pasado y el presente y, por las propuestas para el mañana. La interpretación de la historia, de las cuestiones que interesan a los seres humanos; la posición frente a las diversas situaciones; la manera de ver las cuestiones y problemas; el modo de pensar, de vivir, trabajar y luchar constituyen la concepción del mundo, la ideología. Todo esto significa que "la ideología es una forma de conciencia social".

Los sistemas ideológicos corresponden a las clases y sectores sociales; expresan su situación material y sus intereses económicos, políticos, sociales y culturales. Cada clase social interpreta  la vida y se fija rumbos de acuerdo con sus intereses. El modo de vida corresponde siempre a una base material determinada.

"El ser social determina la conciencia", es un principio de la dialéctica que tiene plena vigencia. Las ideas corresponden siempre a los objetos materiales, a la vida concreta de la sociedad, las interpretan, las legitiman, las defienden y las proyectan.

Cuando las ideologías corresponden a clases sociales antagónicas  se contraponen entre sí, libran una lucha sin cuartel que determina el curso de la sociedad, de la vida social, económica, cultural y política; esa confrontación forma parte de la lucha de clases.

La lucha entre las concepciones de las clases  sociales antagónicas se expresa en todos los terrenos: en la lucha de las ideas, es decir, en  la oposición de los contrarios a través de sus concepciones; en el ámbito económico, en la lucha por la satisfacción y ampliación de los derechos y aspiraciones materiales; en el ámbito cultural y militar; en la confrontación política por defender el poder por parte de sus detentadores y, por derrocar el poder instituido e implantar un nuevo poder por parte de los oprimidos.

En fin de cuentas todos los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad son interpretados y defendidos de acuerdo a los intereses materiales de las clases sociales en confrontación.

En la sociedad capitalista la ideología de clase de la burguesía se enfrenta a muerte con la concepción del mundo de la clase obrera. También se expresan desde luego las ideologías de las otras clases de la sociedad, de la pequeño burguesía, del semiproletariado, e incluso las ideologías de las clases del pasado, de los terratenientes, del feudalismo.  

Cuando los puntos de vista, las apreciaciones conceptuales pertenecen a diversos sectores de una misma clase social, expresan los intereses materiales de esos grupos y por lo general hacen parte del sustento teórico de los partidos políticos, se expresan en propuestas programáticas, sociales y culturales y compiten entre sí, a veces enconadamente, pero también arriban a compromisos, a acuerdos para defender los intereses generales de la clase social.

 

La ideología dominante

 

En la sociedad existe siempre un modo de pensar determinante.

Esa concepción del mundo se ha impuesto en el conjunto de la sociedad, determina el rumbo de la vida, organiza la institucionalidad, norma las relaciones entre las clases y los seres humanos, establece las jerarquías, justifica el orden establecido, lo sustenta en principios aceptados como legítimos.

Ese modo de interpretar las cosas, esa manera de pensar constituye la ideología dominante y defiende los intereses materiales y espirituales de las clases que detentan el poder económico y político.

Para que ese conjunto de ideas sea aceptado por el conjunto de la sociedad, para que sirva de sostén al orden establecido, para que se acojan y respeten las reglas y normas, las clases dominantes elaboran y sistematizan  su pensamiento apoyándose en los mitos y leyendas, en las religiones, en la ciencia, en el arte y la literatura, en la historia.

Hemos afirmado que en las sociedades divididas en clases, la ideología dominante es la de las clases que tienen el patrimonio del poder económico y por tanto detentan el poder político. Esta es una afirmación que se evidencia en todos los problemas y momentos de la vida de la comunidad. Mas, ciertamente, en la sociedad existen otras ideologías, aquellas que corresponden a las clases subordinadas.

 

La construcción y afirmación

de la ideología dominante

 

En el devenir histórico se fueron sucediendo distintos modos de producción, diversos sistemas sociales. La implantación del poder fue siempre resultado de la violencia. Cada clase cuando conquistó el poder y se propuso mantenerlo, utilizó para ello la violencia.

Esto quiere decir que la violencia es consustancial al ejercicio del poder. Todas las clases dominantes, en todas las épocas y lugares acudieron a la violencia para sostener su dominación, para apuntalar sus intereses. Si acudieron a la guerra para alcanzar su situación, utilizan también las armas para afirmar, defender y desarrollar su nueva posición.

Para el ejercicio del  dominio social y político, indispensable para asegurar la preeminencia del poder económico, no es suficiente la violencia.

La ideología de las diversas clases dominantes que registra la historia de la humanidad se fue forjando en correspondencia con la necesidad de mantener, defender y ampliar los intereses materiales. Al tiempo que se fueron estableciendo y esclareciendo los diversos componentes de la concepción del mundo, se planteó la necesidad de legitimarlos ante el conjunto de la sociedad. Pronto las clases dominantes asumieron que la imposición violenta de su dominación, debía  justificarse ante los demás. Su dominio no sólo debía acatarse sino, principalmente, aceptarse. 

Las ideas no se generan espontáneamente, no son innatas a los seres humanos. El conocimiento se va construyendo en el proceso mismo de la vida, es resultado de cómo los seres humanos se apropian y reproducen los bienes materiales para su subsistencia y desarrollo, es decir del modo de producción.

A manera de un recordatorio registremos el hecho de que en todos los pueblos, en una etapa de su devenir se planteaba enfáticamente, el origen divino de los reyes y emperadores y, para ser actuales en nuestra apreciación, tengamos presente la tesis del "destino manifiesto" esgrimida por los Estados Unidos y sus círculos dirigentes para justificar y legitimar su rol de gendarme del mundo, el derecho a intervenir militarmente en cualquier lugar del planeta para defender supuestamente, la "democracia y la libertad".

La ideología de la clase de los capitalistas asume gran parte de los valores y presupuestos de las ideas de los esclavistas y de los terratenientes, se remonta  al pasado, se afirma en el presente y se proyecta en el futuro.

En el proceso de formación de la ideología burguesa juegan un papel determinante: los usos y costumbres, las religiones, la institucionalidad, los medios de comunicación y la escuela.

Los usos y costumbres, las tradiciones que se reproducen de generación en generación y que van expresando valores, opiniones y concepciones; que perpetúan las ideas básicas de que siempre existieron unas clases dirigentes y otras dirigidas, ricos y pobres, pueblos y "razas" superiores e inferiores, etc.

Las religiones. Tanto en el pasado como ahora, las iglesias jugaron y cumplen un papel fundamental para la afirmación de la superioridad de los poseedores, de la legitimidad de su situación. Históricamente las diversas religiones han sido establecidas para sostener el poder, para predicar la conformidad con el orden establecido, para la formulación de reglas y normas de comportamiento, para la vigilancia, la delación y la represión de los insubordinados que se oponen a la opresión.

La institucionalidad. Cada sistema social erigió una institucionalidad que le permitió implantarse, legalizarse y justificarse ante el conjunto de la sociedad. El conjunto de leyes y reglamentos que norman la vida de la sociedad; la manera como está organizado el Estado capitalista, el poder ejecutivo, el congreso que legisla y fiscaliza y representa la voluntad de las masas, la función judicial independiente y ciega que dimana la justicia y el derecho, la igualdad entre los hombres, la constitución y las leyes, las iglesias, las instituciones educativas y de salud, las fuerzas armadas, la policía, los aparatos de espionaje y de represión hacen parte de la institucionalidad y crean y alimentan la ficción de que la vida de la sociedad es normal y equitativa y tiene que continuar de esa manera.

Las elecciones de la democracia representativa establecen el "derecho" de todos los ciudadanos a elegir y ser elegidos, expresan "la voluntad del pueblo", su soberanía y la democracia, crean la ilusión de que cada cierto número de años los trabajadores, todos los seres humanos con derecho al voto eligen a sus gobernantes, se autodeterminan, se dotan del gobierno que desean. En los hechos, en el capitalismo, las elecciones constituyen una farsa, puesto que las campañas electorales millonarias, la profusión de la propaganda, el rol de las iglesias y los medios de comunicación, son los que direccionan y aseguran los resultados.

Los medios de comunicación, denominados pomposamente "mass medios" tienen una gran dimensión en la profusión de ideas y propuestas que son asumidas por las colectividades como opiniones independientes y por lo tanto aceptadas en buena medida. Los avances de la ciencia y la tecnología han revolucionado los modernos medios de comunicación colectiva y les dan una gran cobertura en las diversas clases y capas de la sociedad.

En los últimos tiempos, a través, principalmente de la televisión y la radio, de la imagen y la palabra llegan hasta los grandes conglomerados, las opiniones de las clases dominantes que son también las poseedoras de la propiedad de los grandes medios de comunicación. De esta manera las opiniones de los de arriban son socializadas rápida y eficazmente entre los de abajo, inciden en su pensamiento y en su comportamiento social, cultural y político.

Estamos asistiendo a la manipulación de la opinión publica de millones de seres en todo el planeta por parte de los grandes monopolios y de los países imperialistas, tal como se hace evidente en las falsificaciones de la realidad que se hicieron por parte del gobierno de Estados Unidos para justificar y legitimar las guerras de agresión y el genocidio en Irak. Esta es una demostración del papel determinante que juegan los grandes medios de comunicación en la construcción, defensa y desarrollo de la ideología de las clases dominantes.

La educación, en sus distintos niveles se erige como uno de los pilares para la construcción y sostenimiento de la ideología de las clases dominantes.

La escuela reproduce el modo de pensar de los de arriba, está organizada, en toda su extensión, para implantar conocimientos y destrezas en los educandos que constituyen una necesidad para los detentadores del poder, debe recrear la historia conforme la escribieron e interpretaron los dueños del poder, debe impulsar valores ideológicos en correspondencia con el pensamiento de los de arriba, en fin, debe cumplir con el rol de formar seres humanos que acepten el estatus.

La enseñanza de Cívica por ejemplo, esta concebida y dirigida a legitimar como democrático y valedero todo el andamiaje institucional. Los niños y jóvenes son instruidos acerca de los valores que sustentan la democracia representativa, de los deberes y derechos de los ciudadanos. Al ser instruidos de ese modo se afirman en sus conocimientos validez y superioridad de la burguesía y del Estado capitalista.    

 

 

 

 

La ideología del imperialismo

 y la burguesía

 

La burguesía erigió su dominio político y económico empuñando una concepción del mundo, una ideología que estaba en correspondencia con sus intereses.

Construyó su ideología en confrontación con la concepción de los señores feudales al tiempo que asumía buena parte de su andamiaje teórico. Levantó la libertad de comercio y la legitimó como la libertad individual.

Recogió de las clases dominantes del pasado, de los esclavistas y los terratenientes, el idealismo; utilizó para la elaboración de su pensamiento filosófico todo el arsenal del cristianismo, lo amoldo a sus intereses de clase emergente. Por supuesto, la burguesía arremetió contra tesis y presupuestos que, a pesar de estar encuadrados en el idealismo, constituían una traba para la afirmación y desarrollo del sistema capitalista, tales como algunos dogmas del cristianismo y planteó nuevos valores y fundamentos, como la utilización de la razón, de la experimentación, la investigación y la ciencia.

En un proceso, a la largo de decenas y centenas de años; a través de los ensayos y trabajos de varias decenas de pensadores y filósofos, de significativos inventos y descubrimientos científicos y tecnológicos, de grandes confrontaciones políticas, de revoluciones, guerras civiles y guerras de  conquista se fue estructurado la ideología de la burguesía.

El aparecimiento del imperialismo, la fase superior del capitalismo, significó una revolucionarización  de los instrumentos y los medios de producción, el desarrollo del pensamiento burgués. Se planteó la necesidad de justificar y legitimar la dominación internacional del capital, la presencia de los monopolios y los países imperialistas. Se tornó indispensable justificar las guerras de agresión y de conquista, glorificar esas acciones como portadoras del progreso y el desarrollo, como la superación de la barbarie. Se hizo necesario legitimar el saqueo de los recursos naturales y las materias primas, la explotación de la fuerza de trabajo de millones de seres de los países dependientes.

Con la globalización, la nueva expresión del imperialismo y el capitalismo, se plantean otras condiciones para el dominio del capital sobre los trabajadores y los pueblos y, como consecuencia, una propuesta ideológica remozada, agresiva, que revalorice al capitalismo, que lo presente como lo más avanzado y perfectible, como el sistema social superior; que estigmatiza y declara la caducidad y obsolescencia del socialismo, que niega la posibilidad de la superación del capitalismo y todo proyecto de emancipación de la humanidad.

La ideología del imperialismo y la burguesía se erige sobre los fundamentos de la propiedad privada de los medios de producción. El principio y el fin de la concepción burguesa son la justificación, la defensa y la expansión de la propiedad privada.

El sistema capitalista se basa principalmente en el dominio del capital sobre el trabajo, en la libre concurrencia, en la producción industrial, en la realización de las mercancías, en la concentración y acumulación de la riqueza. En el capitalismo, la producción adquiere cada vez, una naturaleza social más amplia y la apropiación de la riqueza creada se  torna cada día, mayormente privada y concentrada.

"Dejar hacer, dejar pasar" fue y es la divisa de la burguesía. Esto significa libertad para hacer y usar la propiedad privada y la fuerza de trabajo de los obreros para la acumulación; libertad para competir, para que se desarrolle el mejor dotado, para justificar cualquier medio en beneficio de la competencia; libertad  para la comercialización de la producción capitalista; libertad  para la inversión y garantías para la utilización de las ganancias. Estas libertades, condiciones y derechos, se expresan  en la libertad individual.

La libertad individual significa en realidad, la potestad de los empresarios de establecer, afirmar y expandir su dominio de clase. La libertad se puede ejercitar en la medida de la capacidad material. El capitalista tiene libertad para montar sus empresas, para realizar la producción, para acumular y gozar de la riqueza creada por los trabajadores. Los obreros tienen libertad para vender su fuerza de trabajo. Los burgueses pueden ejercer sus libertades y los trabajadores y los pueblos debe agradecer por las fuentes de trabajo y el progreso.

Evidentemente, estas realidades se cobijan en una fraseología pomposa que las ocultan. "Libertad, igualdad y fraternidad", "los derechos del hombre", la democracia representativa, la libertad de comercio, etc., etc.

La libertad individual significa la exaltación del individualismo y el personalismo; la carrera  por la superación y progreso de cada cual, sin tener en cuenta la justeza de los medios y recursos utilizados; el pragmatismo y el utilitarismo como armas y herramientas para alcanzar los objetivos personales; el egoísmo y la mezquindad para privilegiar los intereses individuales en desmedro de los derechos de los demás.

La libertad individual se expresa en la libertad de los monopolios y los países imperialistas para exportar los capitales a todos los países, para la superexplotación de la fuerza de trabajo de millones de trabajadores, para hacer la guerra de conquista y expandir sus intereses por todo el planeta, para competir entre sí.

De mano con la globalización, la libertad individual niega la posibilidad de la emancipación social; afirma la superioridad del capitalismo sobre el socialismo, declara el fin de la historia y las ideologías, la muerte del comunismo; utiliza la ciencia y la tecnología para apuntalar el dominio del capital. La libertad individual se expresa con la exacerbación del individualismo.

La ideología de la clase de los capitalistas en la época del imperialismo y la globalización se expresa en el conjunto de los postulados del pos modernismo.

 

¿Cómo cumple su rol la educación? 

La escuela está organizada para servir a los intereses de las clases dominantes. Hemos analizado de manera pormenorizada y constatado como sus objetivos, sus metodologías, sus contenidos y sus formas sirven para apuntalar el sistema social existente. Esa situación se dio en el pasado, de esa forma ocurre en el presente y será de esa manera en el futuro, mientras  existan las clases sociales.

Nos interesa ahora ver cómo se cumple ese rol por parte de la educación.

A través de su naturaleza,  de sus contenidos y sus realizaciones; pero de manera principal por medio del currículo, de la direccionalidad, de los programas y las metodologías.

El currículo, es decir de todo el proceso de la enseñanza, los objetivos, los contenidos, las actividades, las metodologías, la evaluación y las atribuciones.

La direccionalidad, del rumbo que sigue la educación, de acuerdo a las políticas y los intereses de las clases dominantes, Esa orientación se fija oficialmente y se establece la obligatoriedad de su cumplimiento.

Los programas, generalmente se elaboran en función de las necesidades del aparato productivo y de la fundamentación del modo de vida de las clases dominantes.

Las metodologías, sirven siempre para la implantación de los contenidos y tienen desde luego, en si mismas, un carácter de clase que las torna funcionales.

 

La lucha de clases en la escuela

 

La escuela hace parte de las superestructuras y éstas corresponden siempre a una base social determinada, a las estructuras de la sociedad.

La escuela es uno de los eslabones de la sociedad, esta situada en su estructura concreta, no puede escapar a su desenvolvimiento. Esto significa que al interior de la escuela se expresan las contradicciones de la sociedad.

En la sociedad capitalista, como lo hemos señalado, se desarrolla la lucha de clases. De un lado, los intereses económicos, sociales, políticos y culturales de los capitalistas que utilizan todas las condiciones materiales y espirituales para someter a la clase obrera y a las demás clases trabajadoras, para impedir, por todos los medios (la coerción y la legalidad, la represión y la legitimidad) la insubordinación de los de abajo; y, por otro lado la resistencia, el reclamo, la lucha de la clase obrera por sus derechos y aspiraciones, por liberarse de las cadenas de la esclavitud asalariada. En la sociedad ecuatoriana de nuestros días se expresan también los intereses y aspiraciones de otras clases sociales secundarias, la pequeño burguesía y el semiproletariado.

Esta lucha de clases se expresa en todos los terrenos, en el ámbito de la teoría y del conocimiento, en los espacios del trabajo y de las actividades sociales, en el escenario de la vida política, en el seno de las instituciones, y por supuesto, en el interior de la escuela.

Señalamos arriba que las clases dominantes organizan la escuela con el propósito de imponer sus ideas  y concepciones. El conocimiento es, en fin de cuentas, el acumulado histórico de la humanidad, pero se coloca siempre al servicio de los detentadores del poder y, la escuela es instrumento valedero en esa dirección.

La lucha de las ideas se desenvuelve de manera expresa en todas las dimensiones de la escuela.

De un lado, con la presencia y la imposición de las concepciones de los capitalistas:

En la actualidad la escuela está direccionada hacia la implantación plena de las políticas neoliberales. Los convenios internacionales, a través de los cuales el Banco Mundial y otros organismos "impulsan o apoyan a la educación" están en plena correspondencia con los intereses de los monopolios internacionales, con las pretensiones privatizadoras de las áreas estratégicas, de la salud y la educación, pretenden la elitización de la escuela, la discriminación para fortalecer sus privilegios. En este rango se inscriben los distintos Programas: Redes amigas, EB Prodec, etc.

La escuela es un medio muy eficiente para la imposición de los preceptos ideológicos del capitalismo, de sus valores morales y estéticos.

Todo el andamiaje de la educación sirve para consagrar el derecho de la propiedad privada, para defender y potenciar el individualismo y el personalismo, para perfeccionar e idealizar la democracia burguesa, para predicar la humildad y la conformidad (siempre existieron las diferencias), para glorificar a los personajes que hicieron "la historia", para establecer prototipos e ideales, para potenciar la competitividad y el arribismo, para embellecer el mundo imperialista, sus patrones estéticos, para promover el cosmopolitismo y anular la identidad nacional y el espíritu patriótico y libertario de las masas.

Podríamos llenar varias páginas enumerando los valores que se imponen, afirman y legitiman,  a través de la escuela, entre las nuevas generaciones, puesto que cada una de las actividades, en su forma y contenido, expresan estas circunstancias.

Es importante hacer una reflexión al analizar estos aspectos.

Con frecuencia escuchamos una retórica repetitiva: la educación no cumple sus objetivos, está en crisis, no contribuye a fortalecer la sociedad y sus instituciones, y eso sucede porque la escuela no educa en valores, solo instruye.

Estas afirmaciones no constituyen sino una cortina de humo para ocultar la realidad. La sociedad capitalista, es vieja y decadente, está en crisis. La crisis es consecuencia de su misma naturaleza, del desarrollo de sus contradicciones intrínsecas. Si la sociedad atraviesa por esa situación, la escuela no puede escapar a esa realidad, está también en crisis. Y no precisamente, porque no educa en valores, pues hemos visto que es instrumento para fomentar valores que defienden los intereses de los empresarios. En realidad la escuela implanta, recrea y fomenta los valores éticos y estéticos de las clases dominantes.

De otro lado, las ideas de los trabajadores, de millones de seres explotados y oprimidos, se expresan también, de varias formas y en cierta medida, en el desenvolvimiento de la escuela:

El anhelo de cambio, latente y a veces, expresado de manera viva y dinámica se manifiesta en los diversos estamentos y actividades de la escuela. La ciencia, el conocimiento, la historia esclarecen la comprensión de los docentes y de los educandos respecto de que la situación puede mudar en beneficio de las mayorías; recuerdan las grandes epopeyas de los pueblos y los trabajadores en su lucha contra el esclavismo, la servidumbre y el oscurantismo, por la libertad, la democracia y la independencia; plantean la posibilidad y la probabilidad de que las transformaciones sociales necesarias para el progreso se puedan realizar. El propio desenvolvimiento de la educación, sus vicisitudes, sus éxitos y sus problemas evidencian la posibilidad del cambio.

La situación de miseria, de hambre y desesperación en la que se debaten la gran mayoría de ecuatorianos se expresa en la inconformidad, en la rebelión, en la organización y la lucha de las masas. Esa situación involucra a la escuela y confronta los intereses y las ideas de los de arriba con las aspiraciones y demandas de los de abajo.

La escuela es escenario de la confrontación de los privilegios,  los prejuicios y los valores espirituales establecidos con las ideas libertarias; del dogmatismo con la experimentación e investigación científica; de los preceptos tradicionales con las innovaciones; de lo viejo que defiende el status con lo nuevo que irrumpe para establecer otro orden; de las  actitudes entreguistas y vendepatrias con las posiciones patrióticas de  defensa de la independencia y la soberanía; de la desigualdad social, la discriminación étnica y de género con la equidad y la multiculturalidad; del egoísmo y en personalismo con la solidaridad;  de la cultura imperialista con las expresiones progresistas de las culturas de los pueblos; de las propuestas neoliberales con la defensa de los derechos adquiridos; de las ideas reaccionarias con el pensamiento progresista; del idealismo filosófico con el materialismo dialéctico; de las doctrinas liberales con el marxismo-leninismo; de la revolución frente a la contrarrevolución; del socialismo con el capitalismo.

En el interior de la escuela se expresa también la lucha económica entre las clases antagónicas de la sociedad, entre el proletariado y la burguesía y desde luego, de las todas las clases trabajadoras, de la nación y los pueblos del Ecuador contra el imperialismo norteamericano.

Las clases dominantes privilegian la escuela privada a la que otorgan subvención estatal en detrimento de la escuela pública a la que discriminan del presupuesto fiscal, a la que pretenden privatizar, convertirla en servicio.

Los maestros se organizan sindicalmente para defender y ampliar sus reivindicaciones y derechos y, de manera reiterada, tienen que acudir a las movilizaciones y al paro. En oposición, los diferentes gobiernos de turno pretenden anular la organización gremial, dividirla, convertirla en un sindicato patronal.

Los maestros y los padres de familia, los estudiantes reclaman atención material para la escuela, aulas, material didáctico, etc. y chocan con los gobiernos.

Los estudiantes secundarios y universitarios constituyen estamentos sociales muy sensibles que se organizan para defender sus intereses, los de los maestros y de la sociedad en su conjunto.

La escuela es también objeto de confrontación entre los diversos sectores políticos de las clases dominantes. En torno a su problemática, a la solución de sus problemas, a la magnitud de su presupuesto, toman partido las diversas facciones burguesas: los partidos reformistas, por ejemplo, proponen mantener y apoyar la escuela pública, la derecha aboga abiertamente, por la privatización y la eliminación de las conquistas democráticas, de los derechos sindicales.

De otra manera, la escuela es también escenario de la lucha política.

A través de la escuela las clases dominantes imponen y difunden sus propuestas y planteamientos políticos.

La cátedra, los métodos de la enseñanza, la organización piramidal de la escuela, en sus diversos estamentos son en si mismos expresión de la política neoliberal de los imperialistas y capitalistas.

Los pueblos, los trabajadores, los maestros pugnan por una escuela democrática, pluricultural, fiscal, laica y gratuita.

Entre los maestros, los estudiantes y los padres de familia se desenvuelve una intensa actividad política: existen aquellas personas que asumen las posiciones de los diversos partidos políticos burgueses, que defienden los intereses de los explotadores nacionales y extranjeros; tienen presencia las posiciones de la pequeño burguesía radical e izquierdista; y desde luego, se expresan también, las concepciones revolucionarias del proletariado y su partido, las ideas revolucionarias, el marxismo leninismo.

Todo esto no es sino una muestra de cómo la lucha política tiene vigencia en la educación, de cómo se libra en el interior de la escuela y de cómo se utiliza en defensa de los intereses de las clases sociales dominantes, de sus diversos partidos y grupos.

 

El rol de las ideas de

 las clases oprimidas

 

En la confrontación de clases que se libra en torno de la escuela y en su interior, los intereses materiales y espirituales de las clases trabajadoras están presentes, son las ideas y propuestas renovadoras, lo nuevo que nace en lucha contra lo viejo, son ideas emergentes que actúan independientemente de la voluntad de los poderosos, que minan su dominio y ponen las bases de una nueva sociedad.

En el país de nuestros días surge vigoroso un movimiento popular que integra a los trabajadores de la ciudad y el campo, a los obreros y campesinos, a la intelectualidad progresista, a los maestros y la juventud, a los pueblos mestizo, indígenas y negro. Es un caudal multitudinario que va creciendo, que ha escrito páginas estelares, levantamientos masivos que han puesto en jaque la dominación imperialista – burguesa y también momentos de inflexión, de reveses y derrotas, pero que continua una marcha sostenida, indetenible que más temprano que tarde alcanzará la victoria definitiva.

Ese movimiento está inmerso en el Proyecto Emancipador de los Trabajadores y los Pueblos del Ecuador, se propone construir  la equidad social, la interculturalidad fraternal, la independencia y la soberanía, una Patria Nueva.

La propuesta de las mayorías que se abre paso llega con sus ideales a la escuela, a los padres de familia, a los estudiantes y a los profesores, trae vientos de renovación, de defensa de la identidad cultural de los pueblos, de la soberanía y la independencia, de la redistribución de la riqueza entre los que la producen.

En buena medida los diversos estamentos de la escuela son sacudidos por los clarines de lucha que vienen, desde las fábricas y las plazas de las ciudades, desde los paramos y la manigua, desde las propuestas políticas de los partidos y organizaciones de izquierda.

En el centro del movimiento popular se encuentra la clase obrera. Su rol determinante en la creación de la riqueza, su situación en la vida social y su accionar sindical y político la dotan de una ideología científica y revolucionaria, valedera para fijar el curso de la liberación de todos los oprimidos.

La clase obrera dotada de la doctrina revolucionaria del marxismo leninismo va asumiendo el papel de vanguardia del proceso transformador, es la clase que puede conducir a los trabajadores y los pueblos al socialismo y enterrar definitivamente al capitalismo y todas sus lacras económicas y sociales.

La clase trabajadora propone derribar la dominación del imperialismo y las clases dominantes nativas, echar abajo la explotación y opresión capitalista e implantar un nuevo orden, el poder popular y el socialismo.

El partido de la clase obrera, el Partido Comunista Marxista Leninista viene cumpliendo su papel en el proceso de organizar, educar y dirigir la lucha liberadora de los trabajadores y los pueblos. Sus análisis históricos sociales, sus propuestas políticas y estratégicas echan raíces entre los trabajadores y los pueblos, en el seno de la juventud. Junto con otras fuerzas políticas revolucionarias, de izquierda, patrióticas y democráticas están sumando fuerzas al Proyecto Emancipador.

Las ideas y propuestas de la clase obrera que proyectan la nueva sociedad de trabajadores, el socialismo tienen incidencia en todo el proceso educativo, en los maestros y estudiantes, entre los padres de familia. Significan una confrontación abierta, frontal contra la naturaleza de la escuela, una labor decidida por sembrar las ideas del cambio, de la revolución entre los estudiantes y profesores.

La propuesta más idónea para la confrontación al imperialismo y sus aliados, la verdadera opción para reemplazar y superar al capitalismo y por consiguiente para la transformación de la escuela, en todas sus magnitudes proviene de la clase obrera y su partido, y viene teniendo importante receptividad.

Por otra parte, el análisis no debe dejar de lado, que vivimos bajo la dominación imperialista, bajo la globalización totalizadora, expropiadora de la riqueza de los trabajadores y los pueblos, de los recursos de los países dependientes.

La situación internacional no muestra un mundo de paz como lo pregonaron los imperialistas y reaccionarios. Todo lo contrario. El planeta entero es escenario de la guerra de agresión y de rapiña que desatan los países imperialistas, encabezados por los Estados Unidos contra los pueblos y naciones, pero también evidencia la resistencia y la lucha de los trabajadores y los pueblos.

En todos los países y de manera particular en América Latina soplan vientos de los pueblos, renovadores y revolucionarios. Las graves derrotas que sufriera el movimiento revolucionario de los trabajadores, el reflujo que afectó a grandes sectores de la clase obrera, de los pueblos y de los revolucionarios se quedó atrás. El movimiento emancipador de las masas populares está en ascenso.

La lucha contra la guerra imperialista, en oposición al genocidio perpetrado por los imperialistas yanquis en Afganistán e Irak; el movimiento antiglolización que anima el Foro Social Mundial y el Foro Social de las Américas, la lucha contra las políticas neoliberales, las movilizaciones contra los reajustes dictados por el Fondo Monetario Internacional, los levantamientos populares contra la tiranía y el despotismo, la guerra popular contra la ocupación militar que se desarrolla involucrando a decenas de miles de combatientes  en Irak y Afganistán, la guerra revolucionaria que se desarrolla en varios países que se propone derrocar el capitalismo, son expresiones de un movimiento revolucionario es ascenso, que seguramente asumirá los niveles de un auge y abrirá el cauce de una nueva oleada revolucionaria.

Los trabajadores, los pueblos y la juventud ecuatorianos son sensibles a esos acontecimientos, los siguen con  atención y sobre todo se animan con sus éxitos y hacen suyos sus avatares.

Esas luchas inciden en el ámbito de la sociedad ecuatoriana y por consiguiente en la escuela que no es impermeable. En sus diversos ámbitos, la escuela es receptiva de los fulgores sociales que estallan en los diversos países. Esas ideas y manifestaciones van a influir, están influyendo en el comportamiento de los estudiantes, de los padres de familia y de los profesores.

La escuela ecuatoriana no está aislada del mundo, de los nuevos estadios del conocimiento, de los avances de la ciencia y la tecnología y es, por tanto, cruzada en todas sus magnitudes por esas manifestaciones del saber.

Los hombres y mujeres estudiosas, los pensadores y filósofos, los científicos e investigadores, los artistas y literatos han contribuido y lo continúan haciendo al acervo espiritual de la humanidad. Una buena parte de esas manifestaciones del conocimiento han roto los dogmas y los esquemas, han esclarecido el rumbo de la humanidad, guiado su camino hacia el progreso y la libertad.

Esas enseñanzas son patrimonio de la humanidad progresista. Los dueños del mundo han pretendido siempre apropiárselas y utilizarlas para apuntalar y desarrollar su poder y omnipotencia. No lo han conseguido totalmente. En todas las épocas y países las contribuciones de la ciencia y las doctrinas filosóficas, del arte y la literatura han abierto surcos, mostrado derroteros.

En la actualidad, los saberes, gracias precisamente, a los avances de la ciencia y la tecnología, al desarrollo de la informática y las comunicaciones están al alcance relativo de los maestros y educandos.

En la escuela ecuatoriana esos aportes de la cultura de los diversos países y épocas inciden para dotarla de ideas y pensamientos progresistas que no pueden ser anulados por las disposiciones oficiales.

La incidencia de los intereses materiales y espirituales de las clases subordinadas, de los trabajadores y los pueblos, de la clase obrera y el pensamiento revolucionario, de la vitalidad del movimiento internacional de lucha contra el imperialismo y el capitalismo, de la ciencia y el arte de la humanidad progresista a las que hemos hecho alusión son importantes, inciden en el contenido y el curso de la escuela, en el comportamiento de los docentes y dicentes, pero no cambian la naturaleza de la escuela.

La escuela fue, es y será instrumento para la sustentación del poder de las clases poseedoras, para subyugar a los trabajadores, para apagar las ideas libertarias de las masas y de la juventud, para la dominación del imperialismo y los capitalistas. Es decir la escuela tiene carácter de clase, está al servicio de los de arriba en detrimento de los de abajo.  

La naturaleza de clase de la escuela no la torna impermeable a la lucha de clases que se desenvuelven en todos los terrenos en la sociedad, por lo contrario, como parte de la sociedad, está inmersa en esa confrontación, es asediada, amagada por las ideas nuevas, por las propuestas progresistas de los oprimidos, y en alguna medida escapa a los designios de los patrones. Insistimos, sólo en cierta medida.

Esta situación nos permite afirmar que la escuela asume un carácter relativamente autónomo, que no cambia su naturaleza, que solo le da manifestaciones parciales. Para que la escuela cambie su naturaleza, para que se convierta en un instrumento de los trabajadores, hay que transformarla. Ese cambio será producto de la revolución social.

 

          ¿Cuál es el papel del maestro?

 

El maestro es uno de los el sujetos fundamentales de la escuela. Los otros protagonistas de la escuela, sujetos activos también, son los alumnos y los padres de familia.

Los planes y programas, la infraestructura educativa, los educandos requieren del maestro para la implementación del proceso de enseñanza aprendizaje.

Históricamente, el rol del maestro ha evolucionado conforme se desarrolló la sociedad.

Los primeros maestros fueron la sociedad misma, la comunidad primitiva. En ella correspondía a los adultos, hombres y mujeres, la trasmisión de las destrezas y los conocimientos, se lo hacía directamente, en el curso de la vida, de las labores naturales que desempeñaba la comunidad.

Más adelante, el rol del maestro fue asumido por los ancianos, por los brujos y los médicos. Paulatinamente, en la medida que se planteaba la división del trabajo, la labor de la enseñanza fue encargada a determinadas personas, sobre las cuales, los jefes de la sociedad tenían confianza y ejercían un estricto control.

En la sociedad esclavista, en la antigua Grecia y en Roma se hicieron presentes los primeros "centros educativos" y los maestros contratados para ellos. ¿Cuál era su papel? Enseñar las destrezas y los conocimientos, las artes militares para los soldados, la cultura y el arte de gobernar para los hijos de los elegidos.

En la larga noche del feudalismo la escuela tuvo los mismos objetivos y los maestros iguales actividades. Era la época de los dogmas y los esquemas religiosos, de la erección del poder económico y político de la iglesia. Encerrados en los claustros y conventos, en los palacios y las cortes, los preceptores impartían los conocimientos y enseñanzas para el ejercicio del gobierno y para la práctica de la guerra a los hijos de los señores y cortesanos. Los siervos de la gleba estaban marginados del conocimiento. Para ellos la escuela era la enseñanza de la religión y la obediencia a sus amos y señores, eran educados en la grey, en la iglesia.

Con el advenimiento de la sociedad capitalista la escuela y el maestro cobran una mayor importancia para el gobierno y se organizan de manera sistemática, en función de los intereses de las clases dominantes. Los maestros deben cumplir el rol de formar la gran masa de trabajadores, de moldear el pensamiento de los hombres, de afirmar los principios de la ideología burguesa: el utilitarismo y el personalismo, el libre albedrío, las bondades de libre empresa, etc.

El maestro está obligado a ser reproductor de las ideas de los de arriba, el mismo se formó en esas ideas, es una persona más del engranaje social, su labor esta integrada al ciclo productivo.

Los planes y programas educativos están elaborados por técnicos que tienen el encargo de las grandes empresas multinacionales y de las clases dominantes nativas; esos programas son fieles a los intereses actuales y a los planes mediatos de las élites, corresponden a los procesos de acumulación que se plantean los empresarios. En la confección de esos planes y programas, la Patria y el patriotismo, la equidad social y económica, étnica y de género hacen parte de la retórica formal, de la fachada que permite exhibirlos como expresión de la democracia. En la realidad, todas las propuestas educativas, todos los planes y programas de enseñanza, todos los textos, en su contenido esencial, expresan los ideales de la burguesía: la glorificación del individualismo como expresión de la libertad, la competencia como propulsora del progreso, el utilitarismo como objetivo de toda actividad, etc.

Ahora que están vigentes las políticas neoliberales, la escuela y el maestro están en proceso de convertirse en una empresa y un funcionario para el mercado, tienen que ser rentables y eficientes para involucrarse activamente en  la globalización.

El maestro,  mediador y facilitador de los conocimientos es un protagonista necesario, indispensable para el proceso de enseñanza aprendizaje. Su presencia física, su labor diaria lo colocan en relación directa con los alumnos y  su actividad es determinante para la trasmisión de los conocimientos. Él puede recrearlos ante sus discípulos con el manejo de la pedagogía y el acopio de los saberes; el puede conducir la jovialidad y el optimismo y también el pesimismo y la desesperanza; con el don de la palabra y la gesticulación puede acercar las letras a los alumnos. Los textos escolares, los tratados científicos, las investigaciones de laboratorio, las obras de arte y la literatura, pueden llegar más integralmente a los estudiantes de la mano del maestro. Los grandes avances de la ciencia y la tecnología, el aula virtual, la televisión, la computación,  y la Internet no anulan el papel del profesor: un maestro tuvo que estructurar y formular los módulos, un docente tiene que guiar, monitorear y evaluar el aprendizaje. Independientemente de su voluntad, el maestro se convierte en un referente para sus alumnos y en buena medida para los padres de familia. Estas funciones lo convierten en un protagonista de la vida social en su comunidad.

Todo esto afirma el papel protagonista del maestro en la educación.

En todos los tiempos, las clases dominantes buscaron y pretenden un profesor sumiso y obediente, y si fuera posible, un maestro comprometido ideológicamente con sus intereses. Esta es una condición para afirmar el rol de la escuela en la sociedad de clases.

Utilizando diversos medios y recursos los empresarios desarrollan unas políticas, planes y actividades dirigidos al propósito de ganar ideológica y políticamente al conjunto de profesores.

El proceso se inicia por la formación, los Institutos Pedagógicos y las Facultades de Filosofía realizan un proceso signado por los planes y programas oficiales, involucran al futuro profesor en un estatus especial, distante de la comunidad. El método pedagógico  que se socializa  actualmente es el constructivismo, como lo fue en el pasado el conductismo. Los contenidos están tratados, interpretados por la ciencia oficial, por el ideal capitalista. Las normas de comportamiento social son las dictadas por el establecimiento, por valores de la sociedad de consumo. La actualización y perfeccionamiento pedagógico que se realiza periódicamente tiene el propósito de cimentar esos valores, de conseguir que los docentes los apliquen  en su labor diaria.

La burguesía como clase, sus diversos partidos políticos, el gobierno de turno y el Ministro actuante hacen una activa labor para ganar ideológica y políticamente a los maestros para sus posiciones, utilizan las prebendas y los chantajes, las promociones, los ascensos y los cambios para involucrar a los profesores, para convertirlos en soldados de sus políticas y propuestas.

Una parte de los maestros cae en las redes de las clases dominantes, la mayoría de manera inconsciente, pero hay quienes actúan a sabiendas, son aquellos que adoptaron las posiciones de los explotadores y opresores.

En ninguna parte del mundo y en ningún tiempo las clases dominantes han conseguido totalmente el propósito de tener de su lado, conscientemente al conjunto del profesorado. Siempre ha habido un segmento de profesores que se colocan de lado del progreso y de sus pueblos.

          

El maestro frente a la

escuela y sus problemas

 

Frente a la Escuela, a sus estructuras y funcionamiento, a sus propósitos y medios, a su realidad, el profesor asume una posición concreta, resultado de su apreciación y comprensión de la problemática. Esa posición está sujeta a los cambios económicos, sociales y políticos que se producen en la sociedad, a la correlación de fuerzas, es por tanto susceptible de cambiar.

Solamente con el afán expositivo podemos sistematizar algunas de esas posiciones. No pretendemos encasillar a los maestros, la responsabilidad de su ubicación es una opción individual, que la asume cada profesor.

Los obedientes son aquellos maestros que asumen de manera pasiva todas las propuestas de la escuela, que se esmeran por el cumplimiento de las normas y reglamentos, que consideran que su rol es cumplir incondicionalmente todo el bagaje ideológico y político que le proporcionaron para su formación, todas las orientaciones emanadas de los organismos directivos de la educación.

Los maestros obedientes pueden optar por esta posición debido a una actitud conformista, de comodidad frente a sus responsabilidades, en cuyo caso se trata de maestros que no entienden plenamente la naturaleza de su papel. La obediencia de los maestros puede ser resultado, en determinados maestros, de un acuerdo con los objetivos y medios propuestos para la escuela; es decir, se trata de una posición de coincidencia ideológica, con los sectores dominantes. Dado que la generalidad de maestros pertenecen a las clases y capas sociales trabajadoras, se trata, en este caso, de docentes que renuncian a sus intereses y a los de los suyos, que asumen concientemente las ideas y propuestas de los enemigos del pueblo y la nación.    

Esas posiciones se evidencian en todos los ámbitos de la escuela: en lo pedagógico,  social, gremial y político.

Los indiferentes y conformistas son aquellos maestros que manifiestan una actitud quemeimportista frente  a la problemática educativa. Para ellos basta con cumplir con sus responsabilidades profesionales, cobrar sus estipendios, recibir la calificación del supervisor y ascender, así hasta jubilarse. Por lo general se trata de personas que accedieron a su condición de educadores sin vocación, como una alternativa de trabajo.

Los puramente críticos son maestros que avanzan a mirar las dificultades y vacíos que tiene la educación y que expresan sus opiniones señalándolos. "Esto está mal, esto no sirve". Esos maestros no avanzan más allá, si se produce un cambio, lo encuentran incompleto, sino se produce, igual.

Los maestros sensibles pero impotentes constituyen un sector apreciable de los

Docentes que son conmovidos por la situación de la escuela, por los cuadros de niños y niñas hambrientas, sin libros ni cuadernos, por los educandos flagelados y maltratados por sus padres, por los vicios sociales de los padres y educandos, por la falta de medios y recursos para tener y hacer la escuela que requieren y merecen sus estudiantes y el país. Esos profesores piensan que no pueden hacer nada, que las cosas van a continuar de esa manera, que su actitud y sus fuerzas no pueden remediar esos males ni cambiar esas condiciones. Esos maestros no alcanzan a comprender la naturaleza de la escuela, de su papel y la posibilidad de luchar por cambios y de conseguirlos en alguna medida.

Los maestros protagonistas del cambio para la sociedad y la escuela son aquellos que están concientes de su situación social y económica, de su pertenencia a las clases trabajadoras, a los pueblos del Ecuador; que están identificados con esos intereses y no reniegan de su posición. Son los docentes que sienten la Patria, la quieren y están dispuestos a luchar por su engrandecimiento, por su progreso social y material, por su independencia y soberanía. Son los maestros-as que se identifican plenamente con la vocación de guías y formadores de los educandos; los que piensan que sus estudiantes merecen un país y un futuro personal dignos; los que enseñan con el ejemplo de la dignidad y la lucha. Son los innovadores, los que se esfuerzan por desarrollar el currículo en correspondencia con la realidad, con los problemas sociales, con las propuestas de cambio.

La gran masa de maestros que soportan las duras condiciones en las que tienen que desenvolver sus actividades, que aspiran a mejorar su situación de vida y la de los estudiantes y padres de familia, los que asumen la posición de luchadores sociales, de hombres y mujeres que sienten los problemas de los suyos y se preocupan y hacen algo por la solución de esos problemas, pueden asumir y por lo general conforman el gran sector de los educadores-as democráticos, patriotas, progresistas, de izquierda y revolucionarios.

 

Los maestros-as ecuatorianos

 

El magisterio ecuatoriano es un sector social relativamente numeroso. Alrededor de 120 mil personas ejercen la profesión docente, en la escuela pública.

Son trabajadores intelectuales, laboran con el conocimiento y los educandos. Dependen del Estado y en escala reducida de algunos municipios. Viven de su trabajo y no tienen ninguna propiedad de los medios de producción, son trabajadores asalariados. Su actividad es la de proporcionar los servicios de la educación a la sociedad, por tanto no participan directamente en la producción, su actividad no genera riqueza. Como son trabajadores fiscales, su sueldo proviene de la riqueza generada por los trabajadores, de los impuestos que paga la población.

Estas condiciones del magisterio ecuatoriano lo ubican como un sector de la clase de la pequeño burguesía.

Son trabajadores intelectuales y simultáneamente  funcionarios públicos. Sus sueldos son reducidos y generalmente no se pagan puntualmente. Por esa razón una parte apreciable de los profesores buscan otras alternativas laborables para completar sus ingresos; son a la vez maestros de las escuelas y colegios particulares, constituyen pequeñas empresas comerciales, papelerías, tiendas, etc. De todos modos, situados socialmente entre las capas medias de la población, constituyen un sector empobrecido que afronta grandes dificultades para subsistir.

Por su origen la gran mayoría de los maestros provienen de progenitores ubicados entre las clases trabajadoras, son hijos de obreros, de campesinos, de pequeños productores independientes, de comerciantes y artesanos, de maestros.

Es decir provienen del pueblo, forman parte de las masas laboriosas, de las clases sociales trabajadoras, de los pueblos del Ecuador.

Situados socialmente por sobre la clase obrera y el campesinado generadores de la riqueza social y por debajo de los empresarios capitalistas usufructuarios de la riqueza creada, los maestros soportan una difícil situación económica, social y cultural.

Colocados por encima de las masas trabajadoras, deben asumir un comportamiento especial, a tono con su situación; deben vestir bien, asumir poses ficticias que van generando un comportamiento arribista y personalista; se consideran diferentes, destacados y pretenden ascender socialmente. Esas aspiraciones chocan  con la realidad, la gran mayoría inicia su vida laboral como maestros y la concluyen como tales, con una jubilación de hambre.

De todas formas esta ubicación social dota a los maestros de una ideología característica de la pequeño burguesía, son individualistas y personalistas, se sienten superiores a la comunidad, realizan grandes esfuerzos por aparentar una situación que no poseen. Buena parte de ellos, por ejemplo, inscriben a sus hijos en la escuela particular.

Las aspiraciones de asenso social de los docentes  no se pueden cristalizar y por tanto hacen parte siempre de los de abajo, de los explotados y oprimidos. La propia vida, su práctica sindical y social les  enseña que son parte de los irredentos, de los sectores  y clases sociales subordinados y en buena medida, asumen posiciones de avanzada, democráticas, patrióticas, de izquierda y revolucionarias que los han colocado como uno de los sectores sociales más dinámicos y activos en la lucha contra las injusticias y la opresión, en pro de la libertad y la independencia.

Como hemos señalado arriba, los maestros son un sector de las clases trabajadoras, son explotados y oprimidos por los capitalistas y el imperialismo a través de su empleador, el Estado; soportan en carne propia los sinsabores de la pobreza y las enfermedades, no tienen acceso a una vivienda digna, son subyugados por la prepotencia de los empresarios y banqueros, son atropellados por los funcionarios ministeriales. Esta situación hace de los profesores entes sociales preocupados por las condiciones de vida, luchadores por cambiarlas, por acceder a nuevas conquistas sociales.

El trabajo de los maestros se desarrolla con seres humanos, con los niños y los jóvenes, con los padres de familia, con los otros maestros. Por la naturaleza de su labor, los maestros están en contacto directo con la pobreza de los millones de ecuatorianos de la ciudad y el campo, asisten diariamente a cuadros desgarradores de niños hambrientos, desnutridos, enfermos, sin condiciones para estudiar, deben dictar clases en locales destartalados, sin baterías higiénicas, sin canchas ni implementos deportivos, no cuentan con gabinetes y laboratorios para enseñar. Cuenta a lo sumo con la pizarra; ellos mismos deben costearse el material didáctico. Son testigos impotentes de grandes calamidades de los padres de familia y de sus hijos, de los vicios sociales y los atropellos.  Esta situación conmina a la gran mayoría de maestros a asumir una posición crítica sobre la situación del país, de los trabajadores y los pueblos, a entender la necesidad de la lucha porque las cosas cambien.

La actividad docente se desenvuelve con el saber, con las ideas, con el conocimiento. Tiene que estudiar para enseñar,  debe familiarizarse con la ciencia y la tecnología, con el arte y la literatura, con las ciencias sociales y la historia, con el proceso histórico social que se produce en el Ecuador, en América Latina y el mundo. Estas razones permiten al maestro comprender intelectualmente las razones de la explotación y opresión, de la pobreza y la iniquidad, de la discriminación social, étnica y de género que se generan en la sociedad. Más allá de entender las causas y desarrollo de esta problemática, el profesor puede acceder a los caminos de la emancipación, entenderlos, comprometerse con ellos y actuar en correspondencia con los intereses generales que incluyen sus problemas y aspiraciones particulares.

Los elementos analizados contribuyen para que el magisterio ecuatoriano constituya parte activa del movimiento emancipador de los trabajadores y los pueblos, para que se involucre, cada vez, en mayor medida en la lucha por la liberación social y nacional.

 

La tradición de lucha

 del magisterio

 

Los maestros  fiscales vienen desde la fundación de la República. Inicialmente constituyeron un número reducido y restringido en sus atribuciones y labores.

Con el advenimiento de la revolución liberal y la implantación del laicismo en la educación el magisterio va asumiendo una labor más significativa en la sociedad, se va constituyendo en un sector social activo.

La fundación de los Normales a principios del siglo XX tiene un gran impacto en la formación de los nuevos maestros, los dota de un apostolado, de conocimientos pedagógicos. Posteriormente, la  incorporación de la mujer a la docencia va a cambiar, gradualmente, las reglas de la educación.

La escuela fiscal laica y gratuita implantada por Eloy Alfaro significó en su momento un duro golpe al oscurantismo y la reacción, a la dominación de los terratenientes. En oposición se levantó el combate a la masonería, a la escuela y los maestros.

La enseñanza de los Normales tuvo un importante papel en la lucha contra las ideas atrasadas, contra los privilegios de lo señores de la tierra. Las profesoras y profesores egresados de esos Institutos se expandieron por las ciudades y los campos, fueron a sembrar las letras y el conocimiento entre los niños campesinos y en los barrios pobres de las ciudades. Se enfrentaron en dura brega contra el cura y el gamonal que los acusaron de herejes, de anticristos; que los acosaron y persiguieron y, en algunos casos, los expulsaron de las comunidades. Esos valerosos maestros abrieron el camino de la lucha y el sacrificio para los profesores de hoy, constituyen un digno ejemplo.

En el accionar del profesorado, en la confrontación a los valores ideológicos de la feudalidad que se resistían a retirarse de la historia, se registran grandes jornadas de lucha por la vigencia del laicismo, por la atención del Estado en la provisión de locales escolares, por el pago puntual de los bajos sueldos, por llevar la escuela a los campos, a los pueblos indígenas, por colocar la escuela en las condiciones histórico sociales del país, por desterrar los esquemas y tratados que eran ajenos a la realidad social, por perfeccionar el método pedagógico y las metodologías.

Fueron centenares y miles de maestros-as los que se involucraron por más de cincuenta años en esta abnegada labor. Destacamos sin embargo la acción y el liderazgo de la profesora Maria  Luisa Gómez de la Torre, mujer pobre que ingresó al magisterio y laboró todos los días de su vida con los niños y los jóvenes. Se involucró junto a Dolores Cacuango, esa formidable dirigente runa, a los pueblos indígenas de Cayambe en la creación de la escuela intercultural bilingüe. Fue reconocida como maestra de juventudes por los estudiantes capitalinos, se integró con toda su lucidez, dinamismo y capacidad a la causa de la liberación de los trabajadores, a la lucha por la libertades públicas y los derechos sociales, a la militancia política en la izquierda revolucionaria, en las filas del Partido Comunista.

Merece mención especial la trayectoria de otro destacado maestro, don Emilio Uzcategui. Hombre de su tiempo y del futuro; estudioso de la Historia del país y de la Pedagogía. Maestro de maestros. Luchador infatigable por la libertad y la democracia, por la justicia social. Trabajador incansable por la organización sindical del magisterio, fue gestor, protagonista y dirigente del primer sindicato de maestros que existiera en el país. Sufrió persecuciones y destierros. Autor reconocido de la Historia del Ecuador y de varios tratados filosóficos y pedagógicos. La escuela ecuatoriana le debe una gran contribución para su desarrollo, para su perfeccionamiento, para dotarla de sentido de patria. Fue legislador por la izquierda revolucionaria, un político honrado y consecuente, un maestro cuyo ejemplo nos convoca.

Los maestros ecuatorianos estuvieron siempre presentes en el convivir nacional, organizados y luchando por sus intereses, pero también incorporados a la lucha por las causas justas de los trabajadores y los pueblos. Hicieron repetidos intentos por dotarse de una organización sindical única, fueron reprimidos y perseguidos, encarcelados y apaleados. Se opusieron a las dictaduras militares y sumaron su contingente a las fuerzas progresistas y democráticas que batallaron por la democracia.

En oposición a la dictadura de Arroyo del Río, de ingrata recordación para los ecuatorianos, pues en su gobierno se suscribió, luego de una vergonzosa derrota el Tratado de Río de Janeiro que cercenó el 50% del territorio patrio, los profesores jugaron un papel destacado, hicieron parte de la insurrección popular de Guayaquil, el 28 de mayo, estuvieron en las barricadas en Quito y las demás ciudades. En las aulas escolares, los maestros y los estudiantes discutían acaloradamente la situación, la derrota militar del país, las medidas represivas del tirano, la lucha de los pueblos del mundo contra el fascismo, la victoria de los Aliados; pugnaban por la acción decidida contra la dictadura. Junto con los demás sectores sociales, con las fuerzas democráticas contribuyeron a la derrota del gobierno arroyista, a la instauración de un gobierno democrático, de corta duración, que sin embargo implantó una Constitución avanzada que permitía la organización sindical de los trabajadores y campesinos, que garantizaba las libertades democráticas.

 

        La organización social

 de los maestros, la UNE

 

Los pueblos del Ecuador que protagonizaron el movimiento popular del 28 de mayo de 1944 avanzaron en la comprensión de fortalecer la organización social y clasista, de forjar la más amplia unidad para oponerse al fascismo y a la reacción y para luchar por la libertad y la democracia. Se esclarecieron acerca de la necesidad de luchar por el cambio, por la transformación social. Las fuerzas de izquierda participaron activamente en estas acciones, se afincaron mucho más entre las masas trabajadoras. Los trabajadores y los pueblos libraron una importante batalla en el proceso de su emancipación.

Al calor de la lucha antidictatorial se organizaron los obreros en una gran central sindical, la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE), los indígenas  y campesinos en la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI) y la Federación de Trabajadores Agrícolas del Litoral (FTAL), los estudiantes universitarios en la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) y los maestros y maestras en la Unión Nacional de Educadores (UNE).

Esas organizaciones sociales, sindicales y gremiales fueron la expresión de la necesidad histórica de contar con un instrumento para los combates reivindicativos y políticos por sus derechos y aspiraciones, constituyeron el resultado de significativos avances en la conciencia de esos sectores sociales y, afirmaron el papel de las organizaciones y partidos políticos de izquierda.

La UNE se constituyó desde entonces en la organización social única del magisterio nacional, en expresión de la unidad sindical y política de los profesores, en uno de los integrantes del movimiento de los trabajadores y los pueblos.

Han sido decenas de años de organización, unidad, educación y lucha de las masas magisteriales, de importantes acciones y significativas conquistas de carácter social y gremial. Una historia repleta de vicisitudes.

En lo fundamental, la UNE fue una organización democrática, unida y luchadora. Hubo unos cuantos años en los que los gobiernos de turno lograron domesticar a sus dirigentes. Esa situación fue efímera, las bases, pidieron cuentas,  los juzgaron y recuperaron su papel en la conducción del gremio.

Los maestros y su dirección estuvieron y están en la orilla de la lucha social, afirmando su organización y calificando su accionar.

Se enfrentaron a las dictaduras y a gobiernos autoritarios y tiránicos. Sufrieron reveses; sus dirigentes fueron perseguidos, cancelados, encarcelados, torturados y asesinados; alcanzaron importantes victorias.

La UNE jugó y lo continúa haciendo,  un papel destacado en la defensa de la soberanía y la independencia nacional. Estuvo en las grandes jornadas de lucha que se opusieron a la venta de las Islas Galápagos a los JUL., en defensa de las 200 millas de mar territorial, en las filas del Frente Patriótico por la Nacionalización del Petróleo y los Recursos Naturales, en contra de la instalación de bases militares norteamericanas en el territorio ecuatoriano, en solidaridad con los luchadores independentistas de Puerto Rico,    con la lucha del pueblo cubano por la libertad y en defensa de la Revolución.

Los maestros ecuatorianos y la UNE alzaron su voz contra la traición a la Patria  que significó  la firma el Protocolo de Río de Janeiro. A lo largo de más de sesenta años los educadores ecuatorianos han sido celosos reivindicadores de la integridad territorial y la soberanía nacional. En todo el país, en la ciudad y el campo,  en el litoral y la serranía, en la Amazonía y  las Galápagos, en los más remotos lugares, donde existe una escuela; en las aulas, en el pensamiento y la conciencia de millones de niños y jóvenes  ecuatorianos sembraron el amor a la Patria, a su Historia y tradiciones. El Tricolor Nacional fue izado siempre con orgullo e hidalguía por decenas de miles de maestros, por su organización gremial.

La escuela fiscal, los maestros y la UNE constituyeron y son uno de los pilares para la afirmación y desarrollo de la identidad nacional. Su labor diaria con los niños y los jóvenes, la enseñanza del alfabeto, la predica del patriotismo y las virtudes de los pueblos, la exaltación de los héroes patrios y los símbolos republicanos; su relación con los padres de familia y la comunidad, las acciones conjuntas para fortalecer la escuela y adelantar el progreso social; sus caminos y actividades en pro de la educación contribuyen significativamente para que los ecuatorianos nos reconozcamos como pueblos y como Patria, para que nos identifiquemos con la libertad y la democracia.

Frente a los regímenes dictatoriales, a las acciones autoritarias y represivas de varios gobiernos, al engaño y la demagogia de otros, los maestros opusieron siempre su vocación democrática, su compromiso con los derechos de los pueblos. Hicieron causa común con los trabajadores y campesinos, con la intelectualidad democrática, con la juventud para construir un vigoroso movimiento social que se propone el cambio social.

En repetidas oportunidades los maestros y la UNE hicieron oír su voz en defensa de las libertades públicas, del derecho a opinar y a organizarse, en solidaridad con los otros sectores sociales oprimidos, por la vigencia de los derechos humanos. En respuesta a esa política consecuente fueron reiteradamente, objeto de la represión gubernamental.

La lucha por la organización sindical del magisterio, por su incorporación a las jornadas populares por el progreso social y nacional, contra el autoritarismo y la represión de los gobiernos y sus ministros registran la figura enhiesta y consecuente del profesor Eduardo Flores Torres. Hombre de abajo, de los barrios suburbanos guayaquileños, militante de la izquierda, se erigió desde muy joven en un activo organizador y luchador unionista. Estuvo a la cabeza de varias huelgas, de paros y movilizaciones; fue ferviente partidario de unir la lucha de los maestros con el pueblo; fustigador de los tiranos, combatiente por la democracia y la libertad. Cayó en la pelea. Asesinado por las fuerzas policiales en las calles de Guayaquil, cuando encabezaba una gran movilización de maestros y el pueblo, en contra el gobierno de Camilo Ponce.

La  UNE resistió  los embates de la represión, era golpeada, pero se reponía y volvía a la lucha, siempre en defensa de los intereses de los maestros, de la juventud y la niñez, de los padres de familia, de la educación y fue ganando un sitial entre los sectores populares, en el corazón de los oprimidos.

La profundidad de la crisis del país, la injusticia y desigualdad social, la lucha de los campesinos e indios por la tierra, de los trabajadores por sus derechos, el auge del movimiento popular en América Latina, el triunfo de la revolución cubana incidieron en las filas del magisterio para incorporarlo a acciones más allá de la lucha reivindicativa, a la lucha por el cambio y la transformación social. Desde el magisterio surgieron decenas y centenas de combatientes revolucionarios que contribuyeron desde siempre a calificar la organización, a afirmar la conciencia social y a sumar las fuerzas liberadoras.

Entre los hombres y mujeres unionistas surge una joven maestra guayaquileña, que viene de la lucha estudiantil, de las filas de la FESE, y empuña con valor y abnegación los ideales de la UNE. Pronto la vemos agitando las asambleas, arengando a la lucha, desenmascarando a los oportunistas y reaccionarios, bregando por la unidad de los maestros, los estudiantes y el pueblo. Es Rosita Paredes Jumbo, una muchacha que se convierte en una gigante de la lucha social, en líder de los maestros. Como militante marxista leninista y unionista decidida esta en todas partes, en la escuela y el barrio, en el comité de padres de familia y en la asamblea de estudiantes, en el debate y la conversación, en la huelga y en la lucha callejera. A sus 22 años y en medio del combate en contra  de la dictadura militar de los años setenta, Rosita que llevaba la bandera de la UNE en una gran manifestación, es cazada por las fuerzas de élite de la policía, cae abatida físicamente, pero sus ideales y ejemplo perduran en la memoria de los profesores y la juventud. Nace una Rosa Roja de la educación y los maestros, una heroína popular que es reconocida por el magisterio, la juventud y el pueblo. Un referente para los maestros y maestras, un compromiso con la patria y  los pueblos, con el presente y el futuro, con el Nuevo Ecuador que anhelamos y que conquistaremos con la lucha de todos y todas.

Desde los años setenta, la UNE va calificando su organización y su actividad, la izquierda revolucionaria se afirma y crece en las filas del magisterio, y va dotando  al gremio de una posición cada vez más consecuente en la lucha por los derechos de los niños y los jóvenes, de la educación y la Patria, por los intereses de los profesores.

Han sido años de lucha, de dificultades y  de importantes victorias sindicales y educativas. En este proceso la UNE se convierte el sindicato más grande y representativo del país.  Se constituyó en la primera organización social que renueva todas sus directivas, los núcleos cantónales y provinciales y la directiva nacional a través de elecciones universales y directas; que garantiza la presencia en el Comité Ejecutivo Provincial y Nacional de todas las listas que participan en las elecciones, de manera proporcional. Alcanza un importante sitial entre los trabajadores y los pueblos como una Organización Unitaria, Democrática, Luchadora. La UNE, la dirección y las bases de maestros han jalonado grandes jornadas de lucha, marchas y movilizaciones nacionales, ininterrupción de vías, paros indefinidos, huelgas de hambre. Ha sido objeto de la represión gubernamental, fue ilegalizada por la dictadura militar de los años setenta; pretendió ser aniquilada por la socialdemocracia, con la supresión de las alícuotas; Bucaram la privó de la cuota sindical y buscó anular el Fondo de Cesantía. Sus dirigentes fueron perseguidos y cancelados en varias oportunidades, sufrieron la cárcel y la tortura, y varios maestros cayeron asesinados por las fuerzas policiales.

La UNE es merecedora de la simpatía y la confianza de los maestros, de los padres de familia y la juventud, de los diversos sectores sindicales y gremiales; y por supuesto, es odiada y combatida por los reaccionarios y los oportunistas, por los gobiernos de turno y sus ministros, por los mandaderos de la oligarquía; todos ellos la acusan de politizar la educación, de luchar sin razón, de perjudicar a la niñez. La confianza de las masas y el odio de los enemigos del pueblo son la mejor descripción de una Organización social consecuente, correctamente dirigida.

Los últimos 30 años de vida de la UNE testimonian la labor esforzada, minuciosa de centenares de maestras y maestros que asumieron en diversos momentos y circunstancias, en todas las provincias del país, el mandato de las bases y cumplieron roles de dirección cantonal, provincial y nacional. Entre esas personalidades unionistas destaca la vida, la personalidad y la labor de Flor Medranda, primera educadora que asumiera la Presidencia Nacional de UNE, que diera un impulso vigoroso a la democratización del gremio, a la vigencia de la asamblea y el debate como órganos de decisión y ejecución de  las políticas y resoluciones unionistas.

Los maestros-as ecuatorianos vienen desempeñando una labor consecuente en el proceso educativo, en la formación de la niñez y la juventud, en el descubrimiento y análisis de nuevos paradigmas, en la afirmación de la identidad nacional, en la lucha por el cambio social, por la Nueva Escuela y una Patria solidaria y soberana.

 

Los  maestros-as pueden

  elegir una alternativa

 

Frente a la naturaleza y la función de la escuela, al rol que les corresponde en esa institucionalidad, los maestros tienen dos alternativas: una, se subordinan integralmente a los designios de las clases dominantes y hacen parte del engranaje funcional, del sistema de sometimiento de las clases trabajadoras; o, dos, asumen una posición crítica, cuestionadora, de oposición a esa situación.

En el primer caso, renunciarán a su origen y condición, asumirán las posiciones de los de arriba, contribuirán a remachar las cadenas de la pobreza, la explotación y la mediocridad de la educación. En el segundo evento, reafirmarán su identificación con los sectores sociales de donde provienen, con los trabajadores, los pueblos y la juventud, con  el progreso y la libertad.

Esas opciones existen, cada profesor-a tiene libertad para ubicarse. En cualquier caso, esa posición debe ser conciente, fruto del discernimiento y de ninguna manera de la imposición.

En esta perspectiva los maestros-as pueden:

- Asumen la posición de autosuficientes, de poseedores del conocimiento y de las metodologías de la enseñanza y por lo tanto cumplen sus funciones de manera memorística y rutinaria; o,

Son trabajadores intelectuales en permanente formación y perfeccionamiento. Viven de su trabajo, de su esfuerzo diario; no son consumidores del presupuesto fiscal y menos becarios. Su actividad les exige tener contacto con el conocimiento, con la ciencia y sus avances y por eso dedican buena parte de su tiempo al estudio, a la actualización de sus saberes. Esa labor deben realizarla, en lo fundamental, por su propia cuenta, con la asistencia del gremio pues no cuentan con el apoyo y las prestaciones del Ministerio de Educación.

El maestro aprende todos los días, estudia para educar y aprende enseñando.

- Conciben que los programas y planes de estudio elaborados por las autoridades educacionales están bien elaborados, que representan lo más desarrollado de la ciencia y la tecnología  y en ese caso los reproducen mecánicamente entre los educandos; o,

Son investigadores, seres humanos con grandes preocupaciones sociales. La labor de mediar entre el conocimiento y los educandos exige una mente inquisitiva, abierta a los interrogantes científicos, tecnológicos, culturales y sociales. Su formación profesional, su vocación de servicios los lleva naturalmente a plantearse inquietudes e hipótesis, a buscar respuestas a los problemas de la educación, de los educandos y de la comunidad. Evidentemente los procesos son parciales, por lo general  se expresan en el entorno de la institución educativa, en la micro comunidad; pero, sumados los esfuerzos de todos nos darán grandes resultados, propuestas esclarecedoras y prácticas.

El maestro es inquieto, pregunta, procesa y se desarrolla como educador.

- Presuponen que su rol es exclusivamente de mediadores del conocimiento, que no tienen necesidad ni la capacidad para desarrollar a nuevos niveles los saberes y las metodologías y por consiguiente solo los reproducen; o

Son innovadores y creativos, opuestos a los dogmas  y los esquemas. La vocación del maestro le "da alas para emprender el vuelo", le proporciona el espíritu y la decisión para crear, para atreverse a soñar y concretar los ideales en iniciativas y proyectos para beneficio de los educandos, de la escuela, de los padres de familia y de si mismos. Las innovaciones se producen en el aula, en el proceso de enseñanza aprendizaje, tienen que ver con las inquietudes de sus alumnos, con los problemas de la sociedad, con los destinos del país.

Los esquemas y los dogmas están proscritos de las ideas y la práctica de los maestros creativos. El conocimiento científico, el método didáctico, el compromiso con el pueblo y el país, la práctica social, la lucha gremial y política dotan al maestro de la capacidad de discernir y discriminar los prejuicios y como consecuencia, privilegiar las innovaciones y la creación.

Los dogmas entorpecen la enseñanza, conspiran contra la ciencia, cierran el horizonte de los maestros y educandos.

Los maestros pueden emprender la gran tarea de producir textos, de innovar las metodologías, de elaborar proyectos alternativos y ponerlos en ejecución.

El maestro piensa y recrea los conocimientos, crece con las innovaciones.

- Piensan que la vida es así, que siempre fue de esa manera, que seguirá teniendo esa naturaleza; que los cambios son consecuencia de la evolución, de la voluntad y disposición de los de arriba y, consecuentemente, se ufanan por difundir la conformidad, la humildad, la necesidad de respetar las normas instituidas; o,

Son sembradores, cultivan la esperanza y los ideales de la transformación social. Inmersos en la vorágine de la injusticia social, de la discriminación étnico cultural  y de género avanzan a comprender la necesidad de oponerse a la iniquidad y se esfuerzan por echar la simiente del cambio en la mente y los corazones de los educandos. Están convencidos que pueden y deben desempeñar un papel activo en la mediación de las nuevas ideas y el universo de sus relaciones sociales, los estudiantes, los padres de familia y la comunidad.

Los ideales de la justicia social, de la fraternidad de los pueblos, de la dignidad y el espíritu de trabajo abnegado son llevados por los maestros a las mentes inquietas de los estudiantes, contribuyen a su formación humanista y progresista.

El maestro suscita, anima, siembra inquietudes, se realiza en las actitudes innovadoras de sus estudiantes.

-  Asumen que sus responsabilidades se inician y terminan con el cumplimiento de las normas y reglamentos y por tanto deben enseñar a leer y hacer las cuentas para que las nuevas generaciones puedan cumplir el rol que les asigna la sociedad; o,

Son formadores de capacidades y destrezas para enfrentar la vida. Los docentes son responsables de la capacitación de los educandos, los dotan de conocimientos válidos para el trabajo y la creación, para la participación activa en el proceso productivo. Reproducen las técnicas y las destrezas acumuladas históricamente  por la humanidad entre las nuevas generaciones. Los maestros concientes cuidan de dar un contenido humanista y social a la capacitación, rebasan los elementos mecánicos del aprendizaje.

El maestro capacita y aprende, dota de las armas del conocimiento a las nuevas generaciones.

- Se prosternan ante la situación social y cultural del país, de la escuela y de la comunidad y se desentienden de la angustia y el hambre de los niños, de las carencias de la educación; o,

Son guías y conductores de la niñez y la juventud. La posesión del saber y la responsabilidad de trasmitirlo hace del maestro un modelo para sus alumnos, para los padres de familia y para el resto de la comunidad. Esa condición lo convierte en guía, en conductor de los educandos. Éstos aprenden de las posiciones sencillas, de las explicaciones pacientes y perseverantes, de las palabras y las acciones de los maestros.

La capacidad de interpretar los fenómenos materiales, sociales y culturales de los maestros, su compromiso con el presente y el futuro de la Patria y los pueblos, su vocación convierten a los maestros en inspiradores para sus estudiantes, en referentes para las actividades y labores.

Si los maestros asumen el rol de luchadores sociales, si se preocupan de los problemas de la comunidad y presentan soluciones, de manera natural son acreedores de la confianza de los estudiantes y padres de familia, ganan capacidad de convocatoria, pueden organizarlos y asumir en los hechos el rol de conductor. Si la labor de ponerse al frente de la comunidad para buscar la solución de los problemas y necesidades se conduce adecuadamente, el maestro es reconocido naturalmente como dirigente.

El maestro propone, organiza, guía y conduce a la niñez, la juventud y la comunidad.

- Piensan que la institucionalidad ha organizado la escuela de manera adecuada, que la sociedad carece de problemas, que la Patria es libre y soberana y por  tanto hay que  respetar dócilmente las leyes y las normas; o,

Son formadores de una posición crítica, cuestionadora de los educandos que se expresa en la decisión de luchar por el cambio. Los planes oficiales, el pensum y las metodologías proponen una mentalidad sumisa, obediente de los estudiantes; pretenden desarmar las inquietudes, desarmar los sueños y destruir la esperanza. Los maestros concientes inculcan un pensamiento crítico, inconforme que cuestiona la situación, que busca la verdad, la causalidad de los problemas.

Hay que preguntar, investigar, analizar los problemas de la vida. No se puede aceptar impasiblemente los juicios y valores establecidos, los estudiantes necesitan aprehender integralmente los saberes. Los docentes tienen las posibilidades de abrir las puertas, de alimentar las inquietudes, de plantear los problemas y sus causas, de buscar las respuestas.

El maestro no hace una fotografía  de los conocimientos y la vida, los analiza y comparte la crítica con los estudiantes, cuestiona la situación, contribuye a la formación de una mentalidad y una conducta que proponen y luchan por el cambio.

 

 

 

La comunidad

 

La escuela forma parte de la comunidad, es una de las instituciones de las superestructuras. Es también una entidad que se relaciona activamente con los diversos elementos de la comunidad. Es decir, la escuela es elemento integrante de la comunidad pero a su vez constituye un entorno concreto de la comunidad.

La sociedad como sabemos está dirigida, "dominada" por el Estado, que constituye un instrumento de las clases dominantes para el ejercicio del poder político y la mantención y desarrollo del poder económico.

La sociedad es un  todo heterogéneo, integrada a una estructura social, económica y jurídica. Esta dividida en clases sociales, en nuestro país además se secciona entre las diversas etno-culturas que lo pueblan. Existe una relación entre las clases y capas sociales, entre las diversas culturas que se expresa en la vida misma de la sociedad. Esas relaciones son de carácter estructural, están normadas por los usos y costumbres, por el modo de ver las cosas y pensar, por las normas jurídicas.

En este trabajo, nos interesa particularmente analizar los integrantes de la comunidad que tienen relación directa con la escuela.

Los educandos constituyen el estamento mayoritario de la escuela, la razón de ser de su existencia.  Son millones de niños-as, de jóvenes de la ciudad y el campo. Son centenares de estudiantes que constituyen uno de los sujetos activos de cada institución educativa. Son seres humanos que se constituyen en receptores de los conocimientos, de los saberes y la ciencia, de los hábitos, las técnicas y las destrezas, del arte y la literatura, de  los valores ideológicos que impregnan la vida de la sociedad.

Los padres y madres de familia constituyen un conglomerado social significativo que tiene nexos directos con la escuela. La gran mayoría de padres de familia forma parte de las clases sociales trabajadoras, de los pueblos mestizo, indígenas y negro; son seres humanos que esperan una contribución de la escuela para la enseñanza y formación de sus hijos, para la lucha por la vida. Tienen carencias económicas y culturales, necesitan de la escuela pública, de su gratuidad y calidad.

Los padres de familia son también un sujeto activo de la escuela pública, la gran mayoría de ellos son susceptibles de organizarse por su defensa y desarrollo. Pueden y deben involucrarse en el quehacer de la educación, en las actividades docentes, recreativas y sociales.

Las propuestas neoliberales que pretenden hacer de la escuela pública una empresa, apuntan a utilizar a los padres de familia en esa dirección. Con el pretexto de que la escuela integre los elementos concretos de la comunidad, proponen la descentralización educativa,  con la pretensión de convertir a los padres de familia en patronos de los maestros. Se convertirían en dirigentes y supervisores, en administradores de una empresa que recibe inicialmente una estructura y una financiación para la situación actual, pero ninguna,  para sus necesidades crecientes del futuro. Se trata de una ofensiva ideológica y política que utiliza a los padres de familia como resortes para eliminar la gratuidad de la enseñanza, puesto que a la postre, tendrán que cubrir la mayor parte de los recursos materiales para el funcionamiento de la escuela.

Los maestros-as constituyen otro de los protagonistas de la escuela.

El entorno social se refiere a los diversos estamentos y sectores sociales que existen alrededor de la escuela. Lo constituyen las diversas organizaciones sociales, de trabajadores, de jóvenes, de amas de casa, los sindicatos y cooperativas, los clubes sociales y deportivos, las asociaciones culturales; lo conforman también la gran masa de seres humanos que viven y trabajan alrededor y que no cuentan con ningún tipo de organización .

El medio ambiente, es  decir la naturaleza, el ecosistema, el aire, el agua, los bosques, la tierra, los caminos y las vías que rodean a la escuela en sus diferentes ámbitos.

La comunidad tiene diferentes connotaciones y dimensiones, tiene que verse, analizarse y tomarse en cuenta en sus diferentes magnitudes.

La micro comunidad.- Nos referimos en este apartado al lugar donde está implantada la institución educativa. Tiene particularidades que deben ser entendidas y comprendidas  en toda su extensión, en el movimiento social, en sus relaciones internas, en sus conexiones con el exterior.

La comunidad local.-  Está concebida como el barrio, el recinto, la parroquia, el municipio rural. En este ámbito cohabitan varias instituciones educativas, organizaciones sociales de segundo grado, de campesinos,  artesanos, sindicatos, entidades sociales, culturales y deportivas.

La comunidad provincial.- De conformidad con la división política territorial del país, en este ámbito se desenvuelve buena parte de la vida social y política. La escuela tiene dimensiones más amplias, desde la educación parvularia hasta los niveles universitarios. Los maestros están organizados en la UNE Provincial y cosa similar ocurre con los otros sectores sociales, sindicales, campesinos, estudiantiles, culturales.

La comunidad nacional.- El país en todas sus magnitudes constituye el ámbito y el escenario de la Escuela. Existe una normatividad institucional valida para todas las instancias de la educación. El Estado Nacional es el eje central de las superestructuras de la sociedad, es el órgano de dominación de clase, por excelencia. En ese escenario  existen y se manifiestan las diversas organizaciones sociales, de maestros, de trabajadores, de campesinos, de artesanos, de estudiantes, étnicas, culturales, deportivas, los partidos políticos, los poderes del Estado: el ejecutivo, la función judicial y el parlamento.

La direccionalidad de la Escuela se establece por decisiones nacionales, emanadas del gobierno de turno y de su Ministerio de Educación. Por tanto, en el ámbito nacional se toman las decisiones por parte de las clases dominantes y se establece también la opinión y la acción de las clases subordinadas, de los trabajadores, del magisterio.

La comunidad internacional.- El mundo de nuestros días está cada vez más relacionado entre sus distintos componentes. La revolución científico técnica que tiene lugar está cambiando vertiginosamente la situación. El desarrollo de las comunicaciones y de la informática permite que nos comuniquemos en pocos segundos de uno a otro lado del planeta,  posibilita la realización de transacciones económicas y financieras a través de los asientos informáticos. Pero principalmente, ese rápido desarrollo de las fuerzas productivas, de la acumulación y concentración capitalistas hace posible que los tentáculos de la dominación de los monopolios y de los países imperialistas se extiendan por todos los continentes y países. En esa situación, la escuela ecuatoriana, esta en directa dependencia de ese desarrollo científico y tecnológico, en relación con la escuela pública de los demás países, en interdependencia con el hacer de los trabajadores y los pueblos.

 

La Escuela tiene que cambiar

 

La Escuela reproduce el modo de vida de las clases dominantes, está organizada para servir a sus intereses. A través de ella, de su carácter y funcionalidad, los de arriba preservan el orden establecido, contribuyen a legitimar su dominación y arrinconar a los actores y protagonistas del cambio. La Escuela tiene carácter de clase. Es uno de los instrumentos de la dominación ideológica. La Escuela ecuatoriana de nuestros días está al servicio de los grandes empresarios y banqueros, de sus amos, las empresas monopolistas, del imperialismo norteamericano, que pretende erigirse en el amo del mundo.

La presión de los de abajo, de los trabajadores y los pueblos, el desenvolvimiento del movimiento emancipador, la incidencia de lucha de los trabajadores y los pueblos a nivel internacional, el valor intrínseco de la ciencia, el arte y la literatura progresistas pueden provocar remezones en la naturaleza de la Escuela, pueden conseguir incluso algunas expresiones democráticas y progresistas, pero no tienen todavía la fuerza para cambiar  su naturaleza, sólo pueden dotarla de un carácter relativamente autónomo.

La  Escuela esta cerrada para cientos de miles s de niños y jóvenes, es deficitaria material y espiritualmente para las necesidades y aspiraciones de los millones de educandos,  sobre todo está dirigida  a cimentar las ideas, el modo de pensar de los de arriba, a justificarlo y legitimarlo en el conjunto de la sociedad, a subordinar, a someter la voluntad de cambiar las cosas de los de abajo.

 Esa situación no puede, no debe ser inmutable. Su naturaleza debe cambiar radicalmente, transformarse en beneficio de los millones de ecuatorianos trabajadores; los maestros deben asumir un rol protagónico en ese cambio; los estudiantes, los padres de familia, las demás organizaciones sociales, los partidos y organizaciones democráticos y de izquierda  son también sujetos activos de la Nueva  Escuela.

 

La Nueva Escuela

 

Planteamos una Escuela que forme educandos para el trabajo y para la vida. Para una condición en la cual los que trabajan (millones de seres humanos) gocen del beneficio de su esfuerzo físico y espiritual, del fruto de su labor.

Esa Nueva Escuela se estructurará conforme la diseñemos las clases sociales trabajadoras y los pueblos del Ecuador. Servirá plenamente a nuestros intereses y tendrá los elevados objetivos de forjar un nuevo ser humano: libre, igual entre sus pares, solidario; dotado de los conocimientos sociales y culturales, científicos y técnicos que le permitan laborar para el progreso social y material.

Una Escuela para todos los niños-as, para todos los jóvenes  de la ciudad y del campo, para todos los pueblos. Nadie quedará al margen de la educación.

Una Escuela obligatoria desde la parvularia hasta el bachillerato.

Una Escuela pública gratuita en todos sus niveles y en la magnitud de la palabra. Todos los educandos tendrán acceso sin costo a los materiales de estudio, libros, cuadernos y demás utensilios. La Escuela proveerá de la alimentación  durante el tiempo de la enseñanza.

Una Escuela democrática en la que desaparezcan los privilegios y todo tipo de discriminación, social, étnica, regional y de género. Todos los niños-as y jóvenes, de todas las clases y sectores, de todos los pueblos y nacionalidades tendrán iguales derechos y deberes. Los maestros cumplirán sus obligaciones concientemente y serán reconocidos plenamente en sus derechos. Los padres de familia serán protagonistas activos de la educación.

Una Escuela intercultural, que coloque en pie de igualdad a todas las culturas de los pueblos del Ecuador, que  contribuya al desarrollo de los pueblos, de su historia y sus culturas. La interculturalidad de la Escuela debe rebasar el hecho del aprendizaje en el idioma de los diversos pueblos, debe llevar a los niños mestizos el conocimiento y la comprensión de las culturas de  las nacionalidades indígenas. No puede existir una interculturalidad fraternal si se desconocen las culturas.

Una Escuela imbricada con el desarrollo social, económico, cultural y político de la comunidad. Una educación que fortalezca los nexos de sus integrantes, que se convierta en foro para el debate, en escenario para la toma de decisiones  y en eje del desarrollo   comunitario.

Una Escuela que rinda cuentas a la comunidad y cuente con la contraloría social, con la vigilancia, el control y evaluación de su función y de sus protagonistas, por parte de maestros, estudiantes y padres de familia.

Una Escuela que contribuya en todas sus magnitudes a la preservación del medio ambiente, que armonice la relación de los seres humanos con el trabajo y la naturaleza.

Una Escuela a tono con el desarrollo científico y tecnológico, dotada de los laboratorios y gabinetes, de la computación y la Internet. Una educación que reproduzca el conocimiento científico y cultural y simultáneamente los enriquezca en el curso de su propio desarrollo. Una escuela para el presente y el futuro.

Una Escuela para alimentar y desarrollar la cultura de nuestros pueblos, para la recreación espiritual, para la práctica del arte y la literatura. Una educación que lleve la cultura espiritual a todos los confines del país y la proyecte a la formación de una nueva sociedad.

Una Escuela para la formación cultural y física. Una educación que involucre en la práctica masiva del deporte a todos los alumnos. Las canchas e implementos deportivos estarán al alcance de todos los educandos y educadores.  

 Una Escuela que revolucione los métodos de enseñanza-aprendizaje, que medie democráticamente entre los saberes y los alumnos.

Una Escuela que afirme la Independencia y Soberanía del Ecuador, que contribuya al progreso social y material del país, que abone para la disminución de las diferencias científicas y tecnológicas con los países desarrollados.

Una Escuela para la construcción de la sociedad y el hombre nuevos.

Una Escuela que supere la educación capitalista y contribuya a erigir la sociedad  de los trabajadores.

Una Escuela Socialista.

 

 

¿Es posible la

 Nueva Escuela ahora?

 

La Nueva Escuela no puede existir en el seno de esta vieja sociedad capitalista. Es una Escuela de naturaleza diferente, es la expresión de que las clases trabajadoras se transformaron en clases dominantes y construyen una nueva sociedad, el socialismo.

La Nueva Escuela advendrá como consecuencia del derrocamiento del poder del imperialismo y la burguesía, será resultado de la lucha victoriosa de los trabajadores y campesinos, de los pueblos y nacionalidades, de la juventud ecuatorianos. En fin, será consecuencia del triunfo de la revolución social.

Varias personas bien intencionadas señalan que la educación va a producir el cambio social, incluso hablan de la necesidad de una revolución educativa que transformaría a la sociedad. Esas apreciaciones no corresponden a la realidad.

Como señalamos antes, la educación hace parte de las superestructuras y éstas son consecuencia, resultado de la base económica, de la estructura social; por tanto, la educación no cambiará radicalmente, si no se produce la transformación de la sociedad. Cada formación económica social organiza la educación en función de los intereses de las clases dominantes.

Está claro también, que las superestructuras, las ideas, y desde luego la educación juegan un rol trascendente en los cambios sociales, inciden en la subjetividad de los actores sociales y pueden suscitar, incubar e incluso canalizar grandes movimientos sociales, pero, no cuentan con la fuerza suficiente para producir la transformación social, el cambio revolucionario, el socialismo.

Estas afirmaciones no niegan  la posibilidad de alcanzar cambios significativos en la naturaleza y los objetivos de la educación.

Las clases trabajadoras necesitan y reclaman el cambio de la educación. Los profesores anhelan una Nueva Escuela y las nuevas generaciones, los niños y los jóvenes exigen una formación diferente, válida para el presente y el porvenir.

Esos cambios de la educación serán consecuencia de la lucha organizada de la clase obrera y las otras clases trabajadoras, de los pueblos del Ecuador, de la juventud. Los maestros juegan  y desempeñaran un papel decisivo en esa dirección.

La profundidad de esas transformaciones dependerá de la fuerza y decisión de los de abajo. Claro que no nos conducirán a la Nueva Escuela, a la educación socialista, pero tendrán significación para las nuevas generaciones, para el progreso social y material del país, para la propia lucha por la revolución social. En realidad, la Nueva Escuela construirá sus cimientos en el seno de la vieja sociedad y alumbrará plena en el mundo nuevo. Será fruto de los anhelos y aspiraciones de los trabajadores, de grandes jornadas de lucha, de la victoria de la emancipación social.

Ahora, con nuestra actividad y lucha podemos conquistar  una Escuela Democrática, Científica; una escuela pública de calidad. Ahora podemos y debemos forjar una Escuela para la Emancipación, una escuela que contribuya al cambio social.

Para alcanzar esas innovaciones en la Escuela es necesario establecer objetivos y caminos, contar con los recursos  humanos necesarios, tener la disposición de luchar persistentemente.

 

Los maestros-as en la lucha

 por la Nueva Escuela

 

La vida, la práctica social, los problemas personales, las insatisfacciones, los sueños y las esperanzas inciden de manera significativa en la conciencia de los maestros, en sus actitudes, en la comprensión y las posiciones.

El maestro comprometido con su pueblo, aquel que avanza a comprender las causas de la injusticia y la desigualdad social, las odiosas discriminaciones sociales, étnicas y de género; aquel que entiende su papel  en el proceso de la educación y los caminos que se presentan por delante; aquel que escoge certeramente la ruta del progreso y la libertad, asume cotidianamente posiciones que lo convierten en protagonista de la transformación.

Es rebelde.  No acepta estoicamente las prebendas y privilegios, se opone al autoritarismo y la prepotencia. Es un ser humano inconforme, inquieto, dispuesto a denunciar las iniquidades, a combatir por sus derechos y aspiraciones, por la realización de sus sueños.

Es luchador social. Un rebelde que no combate sólo, que no pretende convertirse en el hacedor de las cosas, en el libertador de los pueblos. Es una persona que expresa la inconformidad  contribuyendo a la organización de los suyos, de los maestros, estudiantes y padres de familia por la satisfacción de sus necesidades. Un luchador social que trabaja tesoneramente por unir a las masas, por educarlas y conducirlas al combate por la atención y solución de sus problemas.

Es patriota.  Un ser humano que se opone al avasallamiento del país por parte de las potencias extranjeras, que resiste a la agresión cultural del imperialismo, que está dispuesto a defender su identidad nacional. Es una persona que comprende y quiere a la Patria, que se siente parte de ella y tiene la disposición de luchar por la Soberanía y la Independencia. Un maestro-a que se siente orgullosa de la historia milenaria de los pueblos del Ecuador, que tiene confianza en sus virtudes y cualidades, en el destino libertario, en un mañana diferente.   

Es demócrata. Un inconforme que se rebela junto con los suyos por los derechos sociales, por el engrandecimiento de la Patria, por las libertades y la democracia. Es una persona que práctica la democracia en todas las relaciones sociales, en el aula, en la asociación, en la comunidad y en la lucha. No impone: propone, debate y persuade. Une, muestra el camino y lucha como uno más de los combatientes. Asume sus responsabilidades, cumple el mandato de los suyos, rinde cuentas de su gestión y evalúa las acciones colectivamente.

Es revolucionario. Asume la responsabilidad de luchar por el cambio. Comprende que la verdadera solución a los problemas de los pobres y del país, de los trabajadores y de los pueblos sólo se puede conquistar con la transformación social, con la revolución. Es una persona que avanzó a comprender las causas de la explotación y la opresión, los caminos de la liberación y su papel en ese proceso. La revolución es una necesidad y existen las posibilidades y probabilidades para conducirla a la victoria. La revolución es obra de millones de seres, de los oprimidos y el maestro es uno de ellos. La tarea central de la revolución en la presente etapa es la conquista del poder por los trabajadores y los pueblos, la implantación del poder popular y el socialismo.

La lucha por la revolución se expresa en la acción de organizar y unir a los trabajadores, a la juventud; en los combates diarios por la conquista de derechos y la satisfacción de las necesidades materiales; en las diversas acciones de los maestros por la educación pública y sus derechos y demandas; en la participación en movilizaciones y combates de los sindicalistas; en la forja de la unidad de los trabajadores y los pueblos mestizo, indígenas y negro; en la participación en las elecciones de la democracia representativa de lado de las propuestas y las organizaciones de izquierda y revolucionarias.

El maestro revolucionario es un protagonista de la organización y la lucha de los pueblos, un actor que se reproduce en las victorias, que reflexiona en las derrotas, que avanza, firme y consecuente, hasta alcanzar la victoria.

 

Por una Escuela para la Emancipación

 

La construcción de una Escuela para la lucha por la liberación social y nacional es una responsabilidad de los trabajadores y los pueblos, de la juventud, de las organizaciones democráticas y patrióticas, de las fuerzas de izquierda y revolucionarias. En esa contienda corresponde un importante papel a los maestros, a sus organizaciones gremiales y políticas.

Esa tarea se viene cumpliendo  desde hace varios años, se libra en las ciudades y en los campos, en todas las regiones del país. Son combates intermitentes que han alcanzado victorias parciales significativas, que han sufrido reveses, pero que, persisten y crecerán y un día alcanzarán el triunfo definitivo.

Esas luchas enfrentan hoy en día la arremetida  de las políticas neoliberales impulsadas por el imperialismo y los empresarios. En esa confrontación los sectores populares, los maestros y los estudiantes están firmes, se oponen a la privatización de la educación, a la "municipalización", a las Redes Amigas, a los planes y programas extranjerizantes. No les han permito pasar.

Las fuerzas populares no sólo resisten la ofensiva neoliberal, tienen la iniciativa y combaten persistentemente por la democratización de la educación, por la vigencia plena del laicismo y la libertad de cátedra, por mejorar las condiciones materiales de la escuela, por la implementación de la ciencia y la tecnología, por la recreación espiritual y física de los educandos, por elevar la calidad de la educación, por mejores condiciones de vida para los maestros.

 

Por una Pedagogía para la Emancipación

 

La lucha por una Escuela para la liberación social y nacional enfrenta la oposición a la pedagogía y las metodologías de enseñanza reaccionaria, el tradicionalismo, el conductismo, lo conceptual y el constructivismo que son los modelos pedagógicos vigentes en la educación ecuatoriana.

Desenmascararlos como opciones pedagógicos, criticarlos, demostrar su naturaleza reaccionaria, los objetivos dominadores y opresivos es una tarea permanente de los maestros progresistas y revolucionarios.

Pero no basta con condenarlos, no es suficiente con la demostración de sus efectos negativos en la educación, los niños, la juventud y los maestros. Es necesario construir una alternativa.

Un Modelo Pedagógico para la Emancipación será consecuencia del esfuerzo creador de los maestros y los estudiantes. Debe recoger  el pensamiento progresista de la humanidad, las propuestas y las experiencias pedagógicas de destacados maestros en varios  países y momentos, los criterios de los educadores que vivieron y lucharon en los antiguos países socialistas; debe recuperar la vasta experiencia de los profesores ecuatorianos a lo largo de su lucha por una educación laica y democrática.

Ese Modelo debe surgir en el debate, en la experimentación, en la evaluación y comprobación de sus resultados.

Proponemos unir a  los maestros y maestras interesados en la construcción de ese Modelo, establecer un Proyecto y distribuir sus elementos en diversos grupos en todos los niveles de la educación, en varias provincias, en la ciudad y el campo, entre los mestizos, los indígenas y los negros.

Las Facultades de Filosofía, los Institutos Pedagógicos, Las Comisiones Pedagógicas de la UNE a escala provincial y nacional, los maestros autores de textos pedagógicos y de las guías didácticas deben asumir un rol protagónico en esta gestión.

Los educadores interesados, los que tienen inquietudes deben prestar su contingente.

El Modelo Pedagógico para la Emancipación debe ser una obra colectiva, debe hacerse en la investigación, la discusión y la práctica.

Algunos elementos que debe contemplar esa Alternativa Pedagógica tienen que ver con la necesidad de una educación participativa, interactiva entre el docente y el alumno; con la investigación y la experimentación; con la ambientación social de los intereses de los de abajo; con una Escuela Democrática que eche abajo la verticalidad y el autoritarismo; con la contraloría social, la vigilancia y el comprometimiento de las organizaciones sociales de la comunidad; con contenidos nacionales, regionales y locales que recojan todo el bagaje progresista de la humanidad; con una educación intercultural que integre el respeto y el conocimiento de la diversidad cultural ecuatoriana; con la reinterpretación de la historia de nuestros pueblos; con la incorporación de la computación, el Internet y demás tecnologías; con la lucha por una Patria Nueva.

Ciertamente es un objetivo a mediano plazo y se le opondrán grandes obstáculos por parte de la Pedagogía oficial, por la institucionalidad y el Estado burgueses, pero esa situación no debe hacernos desistir. Tenemos la necesidad y las condiciones para hacerlo.

 

Oponer valores nuevos y

progresistas a los valores

de la vieja escuela

 

 

La lucha por una Escuela para la Emancipación requiere de la construcción, desarrollo y aplicación de paradigmas que sirvan de referencia, que guíen y orienten la educación.

La forja de un movimiento democrático y revolucionario de los maestros, entraña  la recuperación de la memoria histórica, la tradición de lucha por la libertad y la independencia, incluye el acopio del espíritu creativo y las innovaciones de los maestros y educandos, requiere el análisis de las experiencias pedagógicas, de las actividades gremiales y sociales, el planteamiento y la formulación de nuevos valores que se opongan al individualismo y al utilitarismo de la vieja escuela, a las pretensiones del neoliberalismo de privatizar la educación pública.

La construcción de los nuevos paradigmas requiere de la participación de cientos y miles de maestros-as,  del estudio y el debate.

A partir de los valores propuestos  por la UNE: Educar para la libertad, educar para la Patria y educar para la Solidaridad, debemos disponernos a recrearlos y socializarlos entre el magisterio, pero sobre todo en el proceso de enseñanza.

Se trata de concebir estos valores como ejes transversales que crucen la escuela en todas sus dimensiones, que nos permitan comprobarlos en la práctica, acumular experiencias y enriquecerlos en el análisis para retornarlos nuevamente a la práctica.

 

Educar para la Libertad

 

La Libertad es el bien más preciado de los seres humanos. Es fruto de la lucha milenaria de los esclavos en contra de la esclavitud, de los siervos en oposición a los señores feudales, de los trabajadores frente a las cadenas de la explotación y opresión de los capitalistas. Es patrimonio de los pueblos que echaron abajo el yugo colonialista.

La libertad plena, social y espiritual es todavía una meta por conquistar. La emancipación del trabajo es la condición indispensable para la liberación definitiva de la humanidad. A esos propósitos se dirige la lucha de los trabajadores, los pueblos y la juventud y,  en esa misma dirección debe contribuir la labor de los maestros comprometidos con la causa de sus pueblos.

La lucha por la vigencia de la libertad enfrenta a la tiranía, a la desigualdad social, a la explotación y opresión de los obreros, a la discriminación étnica y cultural, a la segregación de género.

La libertad es incompatible con la violación de los derechos humanos, con los crímenes de guerra y el genocidio.

La libertad se opone al autoritarismo en todas las circunstancias, en la institucionalidad, en la familia, en la escuela, en la relación maestro-estudiante.

La libertad significa democracia, es decir, participación activa en la toma de  decisiones y obligaciones a cumplir para hacerla efectiva.

La libertad significa la abolición de los privilegios y prebendas, la vigencia de los derechos.

La libertad significa la satisfacción de las necesidades. No puede haber un ser humano libre si tiene hambre, sino cuenta con una vivienda, sino tiene trabajo.

La libertad es un ideal por el que han combatido millones de seres a lo largo de la historia,  pero es también un problema concreto que se expresa  todos los días, en la relación social de los individuos y las colectividades.

La libertad hay que defenderla cotidianamente, en todas las esferas de la actividad humana.

 La libertad debe constituir un paradigma de la Nueva Escuela.    

Educar para la Patria

 

Nuestra Patria está encadenada a la dependencia de los grandes monopolios internacionales, al imperialismo y de manera particular a los intereses de los Estados Unidos, que se erigen como la mayor potencia económica y militar, que se arroga el derecho de intervenir militar y políticamente en cualquier país del planeta, que desata la guerra y el genocidio.

Los empresarios norteamericanos se apropian de la riqueza que producen los trabajadores ecuatorianos, saquean impunemente los recursos naturales, imponen un comercio desigual, las políticas neoliberales; restringen las libertades políticas y sindicales, determinan la política internacional del país, implantan bases militares y nos involucran en el Plan Colombia.

El gobierno y los monopolistas norteamericanos son los responsables del atraso y la dependencia del país y desarrollan una serie de políticas y medidas que les asegure su dominación a largo plazo. Cuentan con la complicidad de los grandes empresarios ecuatorianos que son socios en la explotación de los trabajadores y dóciles vasallos para la imposición de sus designios.

 La globalización imperialista que tiene vigencia a escala internacional no significa la interdependencia de los países ni es un mundo de paz y desarrollo económico como afirman sus panegiristas. Todo lo contrario, la globalización afirma la dependencia del país, amplia la brecha  científica y tecnológica, hace más dura y difícil la vida de los ecuatorianos.

La predica de la libertad de comercio, del desarrollo económico de los países dependientes que se apoya en la Organización Mundial de Comercio (OMC), en la pretensión de implantar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y el Tratado de Libre Comercio (TLC) significa la implantación de las reglas de los Monopolios, la "competencia" entre el coloso norteamericano y nuestro pequeño y atrasado país. 

La Patria puede ser Independiente y Soberana, puede avanzar y progresar social y materialmente si rompe las cadenas de la dependencia del imperialismo.

Educar para la Patria significa amarla y defenderla. Para impulsar estos valores es indispensable conocer el Ecuador profundo, el país de los obreros y campesinos, la tierra de los mestizos, los indios y los negros, la cultura de los pueblos; es necesario reconocer nuestra propia Historia, estar concientes de nuestras virtudes y claros de las debilidades y limitaciones.

Amar a la Patria significa oponerse a los responsables de su situación de atraso y dependencia, fustigar a los traidores.

El amor a la Patria encarna la decisión de progresar y avanzar, de ser mejores estudiantes y maestros, de contribuir al fortalecimiento de la ecuatorianidad, a la lucha por su liberación.

Nos quieren quitar la Patria y tenemos que defenderla.   

La Patria es nuestra heredad, debemos preservarla, amarla y potenciarla.

 

Educar para la Solidaridad

 

La sociedad capitalista se erige sobre los preceptos de la propiedad privada de los medios de producción, de la competitividad, de la acumulación y concentración de la riqueza.

Estas condiciones imponen el individualismo, el personalismo y el utilitarismo, la preeminencia de los poderosos, la explotación y discriminación de los trabajadores y los pobres, de los indios y los negros, la inequidad de género.

En oposición al egoísmo y la mezquindad levantamos la solidaridad y la fraternidad, la ayuda mutua, la preeminencia de los derechos generales sobre los intereses individuales.

Las nuevas generaciones, los trabajadores, los de abajo tenemos grandes razones para unirnos, la defensa de los derechos, la conquista de las aspiraciones, la realización de nuestros sueños.

Los maestros estamos, en lo fundamental, en la misma situación material y espiritual, que todos los de abajo y por eso tenemos la necesidad de unirnos y luchar, la capacidad de compartir, de crecer, fortaleciendo la hermandad y camaradería.

 

La Libertad, la Patria y la Solidaridad son preceptos que se interrelacionan. Para su cultivo y desarrollo deben impregnar la labor del maestro, debe ser aprehendidos por los niños y los jóvenes, pueden y deben ser asumidos por los padres de familia y los otros sectores de la comunidad.

Son necesidades que faltan y por esa razón hay que luchar para conseguirlas; son actitudes y conductas que deben potenciarse para constituirse en herramientas ideológicas y políticas para la emancipación; son los principios de la Escuela que queremos, de la Educación para la liberación.

 

El maestro y los otros

actores de la comunidad

 

            Hasta ahora nos hemos referido en lo fundamental al papel del maestro para con los educandos, a su función de educador y formador, de guía y conductor de las nuevas generaciones. Hablamos  de la labor fundamental de los docentes, pero no  la única.

El maestro tiene una altísima responsabilidad para con los padres de familia. Sin ellos no es posible la Escuela.

Hay que desplegar una intensa labor para involucrarlos activamente en el quehacer de la Escuela. La gran mayoría de ellos se interesan por la educación de sus hijos, por el funcionamiento de la escuela, por la actitud y la práctica de los maestros. Una parte son indiferentes, cumplen con la obligación de enviar a sus hijos a la escuela y esperan resultados. Un sector puede ser manipulado por los enemigos de la educación, por los reaccionarios y ser convertido en contrario de los maestros.

Los padres de familia deben intervenir en las actividades sociales y culturales, deben asumir, junto a los maestros, la causa de mejorar la educación,  de luchar por el cambio, deben ejercitar el seguimiento, el control y la evaluación de la escuela, efectivizar la "contraloría social".

Las experiencias de los maestros con los padres de familia son importantes y deben generalizarse. Hay que promover su organización, el funcionamiento democrático de sus colectivos; debemos potenciar la estructuración de Comités cantónales y provinciales de padres de familia, la constitución a nivel nacional. Los maestros deben integrarse a esas organizaciones, ser activos en su funcionamiento.

La relación entre los maestros debe afirmarse y desarrollarse. La unidad del magisterio ecuatoriano es una de las condiciones imprescindibles para la construcción de la Escuela para la Emancipación, para la lucha por los intereses de la educación, los educandos y los profesores, para la conquista del poder popular y la realización del cambio social.

La experiencia histórica demuestra la vitalidad de la organización gremial, la fuerza de la unidad, la capacidad de lucha y la necesidad de una dirección consecuente. El funcionamiento de la UNE está garantizado por  los vínculos estrechos entre la dirección y la base; por la actitud de los dirigentes de cumplir los mandatos de los maestros, por la rendición de cuentas. La preeminencia del debate y la consulta a las bases y con las bases para la toma de decisiones asegura la ejecución de las políticas y el cumplimiento de los planes por el conjunto del gremio.

Apoyándose en la fortaleza de la organización y la experiencia, en la vocación democrática y revolucionaria de la mayoría de maestros debe potenciarse el gremio, aferrarse a la unidad y luchar contra el divisionismo que viene desde los gobiernos de turno y desde las posiciones reaccionarias y  oportunistas; deben estrecharse los lazos de la dirección y la base.

Una tarea insoslayable es la formación ideológica y política de los unionistas, la elevación del nivel cultural y el conocimiento más profundo de las ciencias sociales y de su valor para la vida y para la lucha por el cambio.

Los maestros deben integrarse al proceso de elaborar y comprobar el Modelo Pedagógico para la Emancipación; deben asumir responsabilidades con la escuela, con los educandos, con la patria y con los pueblos.     

Las relaciones con los demás sectores sociales del entorno. La escuela no puede encerrarse en si misma: maestros, estudiantes y padres de familia. Tiene que interactuar con los otros actores sociales. Tiene responsabilidades que cumplir y cuestiones que demandar.

La red de organizaciones sociales que activan en la comunidad tiene grandes razones para conocerse, relacionarse, discutir  sus problemas y tomar decisiones que les permitan caminar conjuntamente en la consecución de sus aspiraciones.

En los diversos niveles de la comunidad, los maestros y su gremio la UNE debe potenciar su actividad de cara a las otras organizaciones sociales. Sin poses, pero también sin renunciar a sus propósitos, debe contribuir a la forja de la unidad de los de abajo, de los pobres  y los oprimidos, al fortalecimiento del Proyecto Emancipador de los Trabajadores y los Pueblos.

La defensa de la naturaleza, la conservación del ecosistema, entraña la denuncia de los depredadores,  de los taladores de bosques, de los que contaminan las aguas y los suelos, de los que esparcen la polución. Exige la educación de los niños y los jóvenes en la preservación del ambiente. Plantea demandar de los poderes del Estado unas políticas de preservación y conservación de la naturaleza.

La defensa del ecosistema tiene diversos ámbitos: tiene que darse en el aula, en el entorno de la escuela, en la ciudad, la región y en el país; integra a los maestros, a los estudiantes, a los padres de familia, a las demás organizaciones sociales.

 

 

 

 

El maestro protagonista

de la lucha por el cambio

 

El maestro como todos los trabajadores, tiene que asumir un rol protagonista en la lucha por la Patria Nueva, por liberación social y nacional. En los hechos, un gran sector de los profesores ecuatorianos está integrado en esa noble causa.

Como educador siembra las ideas del cambio.

Como pedagogo busca renovar el método y las metodologías.

Como sindicalista fortalece diariamente a la UNE, se involucra activamente en todas sus acciones.

Como político asume las posiciones del cambio, es un combatiente por la libertad en contra de la tiranía, por la igualdad social, cultural y de género, por la soberanía y la independencia.

Cómo revolucionario participa entusiastamente la forja de la unidad, en la lucha huelguística y callejera, en la lucha política por el poder.

 

Ecuador, julio de 2004

 

 

   

 



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