jueves, 19 de agosto de 2010

La carrera de Idel Vexler Talledo


                                    José Ramos Bosmediano, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas, ex Secretario General del SUTEP

 

Cuando ya se anunciaba el cambio de Gabinete Ministerial del segundo gobierno del Apra, a menos de un año de su culminación, el Viceministro de Gestión Pedagógica del ministerio de Educación, el profesor Idel Vexler Talledo, escribió uno de sus acostumbradas columnas en el diario que le promueve como el non plus ultra de la educación oficial, La República del 1608/2010, p. 11.

Antes de referirme al contenido del artículo y de su intencionalidad manifiesta, es necesario decir que el profesor Vexler, si bien se graduó como profesor en la Universidad Pública La Cantuta, su labor profesional fundamental tiene que ver con la educación privada.  Su tendencia política estuvo relacionada con la experiencia de Izquierda Unida desde la posición del cristianismo  de la Teología de la Liberación, aquello que se ha llamado siempre "progresista", término que quiere decir muchas cosas, especialmente cuando la persona evoluciona de cara a  las vicisitudes de la lucha de clases.  Vexler fue a parar en Foro Educativo, especie de ONG que promueve cambios educativos en el marco de la reforma educativa neoliberal, por lo que su Proyecto Educativo Nacional, muy bien promovido desde los tres últimos gobiernos posfujimoristas, juega en pared con la privatización de la educación y la desregulación laboral de la carrera docente.

Desde esa posición, Idel Vexler logró situarse en la cúspide de la administración de la educación peruana, desde el 2001 por lo menos.  Pero ha sido con el gobierno aprista que Vexler Talledo ha podido demostrar su dotes para combinar sus anteriores poses izquierdistas con la más ferviente fe en la reforma educativa neoliberal que el actual gobierno desarrolla a partir de las líneas maestras de la reforma fujimontesinista.

El artículo que nos ocupa, "Carrera Pública Magisterial", no es el único donde su autor mistifica la reforma educativa neoliberal, ni lanza loas a las "políticas de Estado" del gobierno aprista.  Vexler llegó a escribir en el boletín del Consejo Nacional de Educación un ditirambo para los "Coloquios" de Haya de la Torre, aquellas versiones taquigráficas de las conferencias que el extinto líder del Apra solía ofrecer a la boquiabierta e ingenua militancia que se congregaba para escuchar más anécdotas que conocimientos.  Vexler, a partir de la lectura de esas piezas oratorias, llegó a calificar a Haya de la Torre como un gran maestro.  Del progresismo saltó al aprismo y con su artículo sobre la Carrera Pública Magisterial nos demuestra que sus objetivos personales no tienen nada que ver con la Teología de la Liberación, que dicho sea de paso, ni sus fautores peruanos defienden hoy con la vehemencia del pasado.

Siete mentiras en siete párrafos

En el primer párrafo dice Vexler:

Se debe reconocer que el ministro José Antonio Chang, con firme convicción y entereza, ha promovido la aprobación de la Ley de Carrera Pública Magisterial (CPM), así como su implementación durante el actual gobierno que lidera el presidente García.

Nadie puede dudar de la convicción con la que el Ministro Chang, pero también Vexler, han promovido la Ley de CPM y su implementación a paso forzado.  Sus objetivos de desregular el trabajo docente, eliminar el derecho al aumento de salarios en función de la evolución del costo de la canasta familiar, de limitar el presupuesto dedicado a salarios magisteriales mediante un sistema de segmentación "inteligente" de la masa docente con el sambenito de la "meritocracia",  están diseñados en los procesos de evaluación estandarizada y las condiciones del ascenso a los niveles IV y V, más la demagogia de la remuneración calculada con base a 40 horas pedagógicas.  Son estas triquiñuelas las que explica esa "firme convicción" del ministro Chang, operador de turno de las orientaciones del Banco Mundial en materia educativa.  En lo que se refiere a la supuesta entereza del Ministro Chang, no cabe duda que Vexler ha tomado solamente el significado de "fortaleza", pero no los contenidos de probidad, honestidad, lealtad a los principios, integridad personal.  Si se trata de José Antonio Chang, lo que menos puede exhibir de su personalidad es entereza, incluso teniendo en cuenta que un defensor de la educación privada no puede, al mismo tiempo, trabajar a favor la escuela pública.  Más cuidado, señor Vexler, con el uso de las palabras.  Quien se equivoca con las palabras, es porque titubea con sus pensamientos.

En el párrafo siguiente, no se sabe si por ignorancia, olvido o afán de encubrir a los verdaderos autores de las ideas básicas de la CPM, el autor nos dice que "la génesis (de la CPM, aclaro) se remonta a la consulta nacional impulsada por el Ministro Marcial Rubio durante el gobierno del presidente Paniagua".  Quienes se den un tiempito para revisar los decretos legislativos y decretos leyes del fujimontesinismo, 1991 y 1992, respectivamente, podrán descubrir que las "grandes ideas" de la política magisterial actual se encuentran esas normas que, con la lucha de los maestros, fueron derrotadas, aun cuando la dictadura corrupta y neoliberal fue introduciendo las evaluaciones estandarizadas y los concursos amañados para incrementar el sistema de contratos y la precariedad del trabajo docente, además de ir acumulando "aumentos" irrisorios a las remuneraciones no pensionables, que hoy constituyen un monto de entre 400 y 500 soles que, al jubilarse un maestro, deja de percibir en su pensión.  La "duplicación" de la remuneración docente durante el gobierno de Toledo forma parte de la treta de ahorrar recursos fiscales disminuyendo los salarios y las pensiones. Estas ideas fueron luego expuestas con mayor claridad durante el gobierno de Valentín Paniagua, en un Seminario organizado por el Banco Mundial y por el MINEDU, en la sede de este ministerio,  al cual fui invitado como ex dirigente del SUTEP.  En este evento los expositores desarrollaron las tesis que hoy están plasmadas en la Ley de CPM, casi todos funcionarios del Banco Mundial.  Uno de los viceministros de Marcial Rubio, dirigió el Seminario.  La tan mentada "Consulta Nacional", liderada por la congresista Gloria Helffer, no fue sino el llenado de una encuesta cuyas conclusiones estaban ya diseñadas en las preguntas.  La única verdad que afirma Vexler es que el gobierno de Toledo, tan neoliberal como el actual, prosiguió el proceso y promulgó la Ley General de Educación 28044, que legaliza la reforma neoliberal.

El tercer párrafo glosa la redundante aunque incompleta consideración para el ejercicio de la docencia en las aulas: "carrera pública, con evaluaciones sobre formación, idoneidad, desempeño y experiencia".  La carrera pública magisterial no es de hoy en el Perú, sino del siglo XIX y, en el mundo, de 1784, luego del triunfo de la Revolución Francesa.  Esa carrera pública no solamente supone formación profesional y todas las cualidades éticas y sociales que todo maestro debe poseer, desterrando, por supuesto, el oportunismo político que muchos funcionarios llevan a cuestas para elevar sus ingresos, sino que establece también derechos económicos, sociales y culturales para los docentes, como establece la Resolución de la UNESCO del 5 de octubre de 1966 para el ejercicio de la docencia y que todo Estado está obligado a cumplir.  Las evaluaciones estandarizadas que aplica el actual gobierno no tiene nada ver con las condiciones de idoneidad que menciona Idel Vexler.

Para marear a los incautos, Vexler menciona el objetivo 3 del denominado Proyecto Educativo Nacional elaborado por el CNE y entregado al gobierno aprista, que lo hizo suyo ipso facto: "Maestros bien preparados ejercen profesionalmente la docencia".  Afirmación de Perogrullo, pero que no menciona en qué condiciones hay que ejercer el trabajo de enseñar.  Este ocultamiento de las condiciones no es nueva ni se puede dejar de aclarar.  La productividad del trabajo que impone el capitalismo, mucho más el del capitalismo salvaje o neoliberal, excluye las condiciones económicas y sociales en que se desempeña el trabajador, empleado u obrero.  La exigencia del capitalista es más producción para más ganancia del inversionista.  Esta lógica se ha trasladado a la educación en casi todos los países donde el neoliberalismo ha impuesto su dominio absoluto, incluyendo Estados Unidos, país en el cual el gobierno de Obama se ha visto obligado a trasladar importantes recursos financieros para parchar su sistema educativo creando los denominados "Colegios Comunales".  Es la lógica de la CPM, cuya aplicación, incluso con todo el magisterio activo en ella, no resolverá la crisis actual de la educación peruana.

En el quinto párrafo sigue remachando sobre las bondades de la CPM y la meta de los 95 mil maestros que deben incorporarse a ella hasta junio del 2011, elogiando, de paso, los concursos que se vienen realizando y de cuya idoneidad hasta los periodistas venales han empezado a dudar por los tejemanejes en su aplicación, con pruebas mal elaboradas y vendidas de antemano, resultados alterados y vueltos a alterar en pocas horas, etc., incluyendo la falta de presupuesto para abonar los salarios ofrecidos.  Sobre las remuneraciones ofrecidas: si en la década de los 90 del siglo XX un maestro requería un sueldo promedio de 2000 soles, en las condiciones actuales ese requerimiento no puede ser menor a 3000 para que un maestro deje de buscar otras actividades de supervivencia y concentrar sus energías en la enseñanza-aprendizaje.

En el sexto párrafo don Idel Vexler pide que la CPM del Banco Mundial se convierta en "política de Estado" (¿no es política de Estado, de este Estado neoliberal, señor Vexler?), es decir, que no tenga fin y que nos lleve a tener en el Perú maestros públicos sin derechos económicos, sociales y culturales, ergo, maestros cuasi sometidos al también neoliberal sistema del CAS, como ya lo están los maestros del "Colegio Mayor" de Huampaní.  De las evaluaciones "transparentes y técnicas" del señor Vexler ya hemos hablado y los maestros lo están experimentado con amargura, muchos veces con impotencia.

Finalmente, Vexler apela a los "editorialistas y analistas" de la peor prensa de América Latina, es decir del Perú, con algunas excepciones desde luego, para que la CPM se aplique sin chistar, calificándola como "una de las reformas educativas más importantes de las últimas décadas", por lo cual "no cabe la menor duda de que el próximo gobierno dará prioridad a esta trascendental transformación para continuar avanzando en el mejoramiento de la profesión magisterial y de la escuela pública".  Tal es el sueño de Idel Vexler, acaso el mismo sueño que tuvo cuando apoyó la reforma educativa desarrollista de la dictadura militar de los años 70 del siglo XX.  No se da cuenta que ya fracasó nuevamente, y que el hecho de embolinar a 95 maestros a la "renovada" CPM no significa ni siquiera mejorar la educación peruana.  En cuanto al porvenir de la escuela pública, es todavía peor en las condiciones impuestas por la reforma neoliberal.  Además, hablando con propiedad, la política magisterial que se impone con la CPM no es una reforma educativa propiamente dicha, sino uno de los instrumentos de la reforma educativa neoliberal, como lo es el congelamiento del presupuesto educativo, su reducción en realidad, la municipalización de la educación, el currículo constructivista, etc.

¡Buena suerte, señor Vexler!

No hay duda que Vexler ha realizado una buena faena para merecer el Ministerio de Educación, en días de recambio ministerial y cuando Chang va a su feudo denominado Universidad.  El diario La República, otrora trinchera de combate al neoliberalismo, no ha dejado de apuntalar la carrera burocrática de Idel Vexler, no solamente a través de un espacio para su columna de opinión, sino con las  repeticiones de sus declaraciones cotidianas sobre hechos casi intrascendentes.

En las últimas semanas hemos venido leyendo avisos pagados en los diarios sobre eventos auspiciados, entre otros, por el Ministerio de Educación.  Absurdamente, al lado del logo de este ministerio, aparece también el Viceministerio de Gestión Pedagógica, como si este componente del MINEDU tuviese su propia identidad.  La claridad de la propaganda personal es evidente.

El Viceministro Vexler tiene la seguridad de que la reforma educativa neoliberal será continuada por el nuevo gobierno.  Tiene razón si el 2011 triunfa cualquiera de los candidatos que lideran las encuestas, pues todos ellos llevan en la sangre y en los bolsillos la savia del neoliberalismo.  Toledo, el fujimorismo, el Apra aliado con algún ganador neoliberal, Castañeda Lossio, Lourdes Flores que puede seguir insistiendo, principalmente, no tienen otro programa que el neoliberalismo en sus planteamientos más extremos.  De ser así, que no dude Vexler de que tendrá nuevamente la oportunidad de ser Ministro o Viceministro. 

Pero que no olvide también que la lucha política no es uniforme.   El Perú está llegando a una situación que puede ser inmanejable desde la misma conducción neoliberal. El pueblo puede volver a ocupar el papel protagónico de otros momentos.  Entonces, quienes están hoy arriba pueden caer al sótano.  Y viceversa.  La economía del crecimiento del PBI que no tiene en cuenta las aspiraciones del pueblo, fracasa a la larga.

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El Apra no tiene cura


(A propósito del retiro de la candidatura de Carlos Roca)

                                    José Ramos Bosmediano, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas, ex Secretario General del SUTEP

 

Después del viraje final del partido de Haya de la Torre -hoy de Alan García- hacia la derecha más conservadora y reaccionaria de nuestro tiempo, la neoliberal, y de su ahogamiento   inescrupuloso en los procesos de corrupción desde el ejercicio gubernamental, una cierta corriente interna ha venido lanzando críticas sobre la conducta de sus máximos jefes, como aquella denominada "apra moral", por ejemplo, a través del internet.

Durante el primer gobierno aprista (1995 – 1990), ciertos apristas, con un poco de vergüenza acaso, llegaron a decir que quien gobernaba era Alan García y no el partido, lo que ya no podrían afirmar en el presente período que culmina el 2011, pues todos los dirigentes nacionales están comprometidos abiertamente con las orientaciones gubernamentales y, sobre todo, están los actos de corrupción que pesan sobre muchos de esos dirigentes.  Además, el crecimiento económico heredado del gobernó de Toledo les une en el ingenuo optimismo de llegar, en el 2021, a convertir al Perú en un país del "primer mundo".

Pero el caso más melodramático que ha vivido el Apra en estos momentos es la "rebeldía" inicial de Carlos Roca Cáceres, candidato elegido en evento orgánico para la Alcaldía de la provincia de Lima.  Muchos apristas "críticos" de su gobierno empezaron a tomar partido por Roca Cáceres en su actitud de mantener su candidatura pese a la decisión de los máximos dirigentes de retirarlo de la contienda por considerar que los sondeos le otorgaban un  pequeñísimo %  en el sótano de las adhesiones electorales.  Este melodrama ya concluyó con un Carlos Roca totalmente prosternado ante las maniobras de su jefe partidario y de los acomodos de todos los dirigentes que han hecho de Alan García su bastón para seguir manteniendo los privilegios que da su pertenencia a un partido que obtiene jugosos frutos de su servicio a las transnacionales y la gran burguesía peruana.  Contradiciendo sus bravatas de "candidato de las bases", ha renunciado a la lucha electoral municipal.

El Apra, un partido para sostener el sistema

Como lo dijera Javier Valle Riestra, al empezar el segundo período gubernamental del Presidente García a partir de la conformación de su primer Gabinete Ministerial en el 2006, el gobierno actual del Apra es el mejor que se haya dado la oligarquía peruana en los tiempos actuales.  Por supuesto que sí, con una organización importante como para refrendar, día a día, los actos gubernamentales, sin que ningún movimiento de oposición lo haga mella; con una militancia cuyos principales dirigentes de base e intermedios juegan como correas de trasmisión atados a los pequeños privilegios que desde la administración pública les hacen llegar, una especie de clientelismo bien administrado; una militancia que, lamentablemente, ha dejado de pensar en algo más trascendente que no sea el poder supervivir de los favores de los gobernantes, masa amorfa que se ha ido conformando desde, por lo menos, la década de los 40, cuando, desde la coadministración con José Luis Bustamante y Rivero, ya se empezaron a repartir cargos municipales y la administración de los "estanquillos" de kerosene para distribuir la pobreza.

Adherido a Manuel Prado y a su segundo gobierno (1956 – 1962, convivencia), el Apra con Haya de la Torre se convirtió, orgánicamente, en sostenedor del programa liberal de Beltrán Espantoso, traicionando al proletariado cañero y minero desde la cúpula de la Central de Trabajadores del Perú (CTC) (que hoy trata de levantar cabeza a través del Ministerio de Trabajo que reconoce sindicatos con unos cuantos afiliados), jugando, por tanto, a favor de la oligarquía terrateniente y los enclaves mineros y petroleros extranjeros de aquellos años. 

Cuando apuraban las masas campesinas una reforma agraria democrática y antiterrateniente,  la alianza del Apra con el Odriísmo (coalición de superconvivencia de 1963 -  1968) produjo una Ley que dejaba a salvo la propiedad terrateniente, barrida luego por la reforma agraria del General Juan Velasco Alvarado, medida que catapultó a éste como gobierno popular, al margen de su significado de gobierno burgués reformista que le correspondió al Apra de los años 30 por su programa de los "cinco puntos", abandonado posteriormente.

El primer gobierno aprista, por su vacío programático respecto al que había abandonado, no tuvo nada que hacer para revertir la crisis acelerada del sistema desde una posición, por lo menos, de capitalismo de Estado, lo que llevó a Alan García a engatusar a su militancia con su discurso estentóreo de supuesto antimperialismo, culminando con el amague de nacionalización de la banca, amén con la bancarrota financiera del viejo Estado. ¿Qué podía hacer un partido que había perdido su programa reformista?  Claro que no se atrevió a realizar el programa que Vargas Llosa anunciaba y que el fujimontesinismo aplicó entre 1990 y el 2000. No quiso dar el primer paso de la carrera neoliberal que hoy transita con alegría.

Como lo demuestra Germán Alarco Tosoni, Profesor Investigador de la universidad católica del Perú (Domingo, la revista de La República, Lima, 15/08/2010, p. 21), en su artículo "¿Legado económico aprista II?", pese a los resultados positivos del crecimiento económico, de la baja inflación, del equilibrio presupuestal y el aumento de las exportaciones no tradicionales, el pasivo que dejará el segundo gobierno aprista juega a favor las transnacionales y en desmedro de las grandes masas de trabajadores.  Estructuralmente, una economía más desarticulada, la carencia de una política energética nacional, la inadecuada política de venta de los activos del Estado al capital privado, además de la escasa participación de los excedentes (ganancias) generados por las empresas privadas del sector primario exportador.  Todo el discurso aprista de hoy se alimenta de las tesis más extremas del neoliberalismo, pero no sólo como discurso, sino como economía política activa.  Las líneas maestras de esa política neoliberal, nos dice el mismo autor, son "Los enfoques estándar proporcionados por las diversas teorías ortodoxas y el consenso de Washington" (sic).

El futuro neoliberal del Apra

Lo ocurrido con Carlos Roca demuestra que al interior del Apra no hay, pues, una línea diferente a la del partido que ha virado hacia la extrema derecha, como ciertos analistas e ingenuos ciudadanos creen.  El viraje es definitivo, mucho más si se considera que la actual dirigencia nacional, con Alan García como capitoste indiscutible, tienen hacia adelante no menos de dos décadas  más de vida para consolidar mejor esa línea ideológica.  Si miramos el comportamiento político de los denominados "cuarentones", su ideología neoliberal y su complicidad con la corrupción no son sino los cimientos de su conducta futura, es decir, para unos 40 años más de vida partidaria en la dirección de su partido.

Un factor adverso para que, en el supuesto negado, aflorara algún atisbo de vuelta al reformismo del pasado en el Apra, es la inexistencia de una masa proletaria que encabece la lucha por una Perú nuevo, y de intelectuales que, luego de la muerte de Luis Alberto Sánchez y de Manuel Seoane Corrales, pudiesen generar un movimiento favorable a la lucha de las masas.  El intelectual, si es fiel a su función, puede originar corrientes heterodoxas y hasta encabezar corrientes progresistas en el interior de un aparato político.  Esta posibilidad está cerrada en el Apra. Es difícil, muy difícil, un redondo imposible.

Don Carlos Roca seguirá administrando, apaciblemente, Villa Mercedes, el hoy museo de quien en vida fue la mejor muestra de que los ideales se pueden traicionar fácilmente.  ¿Hay honestidad política, realmente, en Carlos Roca, al adecuarse a los dictados de una cúpula corrupta? 

El aprofujimorismo no es solamente un signo del pragmatismo actual en la política peruana.  Es, sobre todo, el aterrizaje final de un partido que se ha convertido en verdadera lacra nacional, como la pobreza, la corrupción y la delincuencia que se multiplica.

Iquitos, agosto 17 del 2010

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