miércoles, 8 de agosto de 2012

PREPARAR AL MAGISTERIO PERUANO PARA DERROTAR A LA REFORMA NEOLIBERAL Y AVANZAR HACIA UNA NUEVA ALTERNATIVA EDUCATIVA Y LA DIGNIFICACION DE LA PROFESION DOCENTE

 

José Ramos Bosmediano

 

Al acercarse el primer año del segundo gobierno aprista, se ha configurado en el país una situación que casi nadie puede negar, salvo algunos militantes apristas que mantienen su ilusión de la "izquierda democrática" con la que los líderes del viejo partido han venido jugando para mantener en sus filas a los sectores populares de su militancia: un gobierno de la gran burguesía peruana, neoliberal por los intereses que defiende y por su relación subordinada a los intereses imperialistas de EEUU, principalmente.  Dijimos en otros documentos que el objetivo estratégico del gobierno aprista es la consolidación del programa neoliberal que dejó el fujimorismo y que continuó Toledo entre el 2001 y el 2006.  La tarea actual del nuevo gobierno aprista es profundizar las reformas neoliberales, completarlas en términos de privatizaciones, de reforma del Estado y seguir manteniendo los privilegios de las transnacionales y sus socios internos. 

En ambas tareas el gobierno ha venido avanzando y se apresta a ir más lejos, pues están en proceso las privatizaciones de puertos y aeropuertos regionales, lo que aún queda de PETROPERU, las concesiones de nuestro patrimonio cultural como ha denunciado el arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras; está en marcha la reestructuración del manejo más centralizado de las instituciones del Estado para ahorrar recursos y el uso del SNIP para manejar mejor los fondos del Estado desde el Ministerio de Economía y Finanzas bajo la tutela del FMI; y no es necesario especificar con detalles los privilegios de las empresas que explotan nuestros recursos naturales.

Uno de los objetivos económicos del programa neoliberal, en toda América Latina, ha sido reducir los gastos del Estado en los servicios sociales.  En torno a este objetivo los neoliberales han usado su propio concepto de descentralización para designar al proceso a través del cual el gobierno central transfiere a los gobiernos locales, regionales o provinciales o estaduales, según el país del que se trate, los gastos en materia de educación y de salud, pues estos sectores son los que concentran gran parte del presupuesto de cualquier país.  Pero el neoliberalismo lo que busca es que los recursos fiscales resuelvan prioritariamente los problemas del equilibrio fiscal y el pago de la deuda externa, además de "combatir la pobreza" paliando el hombre con el reparto asistencialista de alimentos y hasta "bonos" en dinero, como lo que se hace en México y Brasil. 

Desde que el fujimorismo impusiera el programa neoliberal empezó a diseñar la "descentralización" de la educación y la salud, principalmente de la educación.  Sus medidas no pudieron ser aplicadas por la oposición que el SUTEP desarrolló en los 90.  Pero su política de reducción presupuestal en la educación pública se mantuvo en forma permanente, quitando a los maestros importantes derechos económicos, congelando los salarios a través de "bonificaciones especiales" que desaparecen al jubilarse el maestro, implantando el sistema de contratos y de concursos para nombramientos con el argumento de que sólo deben trabajar los "mejores".  El fujimorismo, con la asesoría del Banco Mundial y ciertas ONG, desarrolló una campaña intensa para "demostrar" que los maestros son los culpables de la crisis de nuestra educación, argumento con el cual cubría dos objetivos: primero, desprestigiar a los maestros de la escuela pública a efecto de que no tengan "capacidad profesional" para reclamar sus derechos, ni mucho menos un salario más adecuado; el desprestigio de la escuela pública para que la privatización de la enseñanza aparezca como la única alternativa para quienes desean para sus hijos "una educación de calidad", alimentando así el negocio educativo.  ¿Para qué incrementar el presupuesto de la educación pública si ésta no sirve?  ¿Para qué pagar mejor a los maestros si estos son los trabajadores culpables del bajo rendimiento de los alumnos?  Ya hacia 1998 los neoliberales estaban planteando un incremento presupuestal para la educación a razón de 0.25 % anual hasta llegar al 6 %, que el SUTEP de ese entonces rechazó por demagógico.  El gobierno de Toledo levantó esa propuesta como un gran aporte, pero al cumplir su mandato, el presupuesto educativo no tuvo ninguna variación, con la diferencia de que la dirigencia del SUTEP aceptó esa peregrina política presupuestal que hoy es también la del gobierno aprista.  La experiencia latinoamericana sobre este "incremento" presupuestal ha llevado al estancamiento promedio entre el 3 y el 4 %.

Lo que los neoliberales pretenden en el Perú es mantener una reforma educativa que ya ha fracasado en el plano educativo, pero que les sirve para seguir disminuyendo la responsabilidad financiera del Estado en la educación pública.   Para eso se empeñan hoy en seguir manteniendo a los maestros con salarios miserables y transferir gran parte del gasto educativo hacia la población vía la denominada "descentralización" en el sentido neoliberal, cargando con el gasto a los gobiernos locales y regionales, a los cuales se les exige utilizar el producto del canon para contratar maestros y realizar los gastos corrientes.   Para que estas políticas restrictivas se realicen sin obstáculos, nada mejor de sacar del camino al SUTEP, en primer lugar, pues es el gremio con mayor capacidad potencial de lucha.  Desde el primer momento el gobierno aprista empezó a manejar los elementos más nocivos para crear las condiciones de vulnerabilidad profesional de los maestros, de la "falta de representatividad" de los dirigentes a todo nivel, de los supuestos privilegios de los dirigentes con licencia sindical, etc., llegando a la virulenta calificación de "burros" e "incompetentes" para todos los maestros, con la intención de hacer posible la burda evaluación estandarizada que ya se había aplicado en otros países latinoamericanos sin ningún resultado positivo para su sistema educativo.  "Expertos" y medios de comunicación, casi sin excepción, se prestaron a la campaña contra el SUTEP y contra los maestros.  El gobierno cumplió con su objetivo de debilitar al sindicato y de arrinconar a su dirigencia nacional hasta obligarla a pedir disculpas por "oponerse a la evaluación".  En realidad, lo que ocurrió fue que, en contradicción con la posición mayoritaria de las bases y maestros peruanos, la dirigencia se allanó a las exigencias del gobierno aprista y de los neoliberales.  El saldo para el sindicato es negativo para continuar su lucha por una nueva educación y por las reivindicaciones de los maestros.  El SUTEP sufrió, además, una polarización con motivo de la confrontación electoral en torno al inservible Colegio de Profesores del Perú.

La situación actual del SUTEP es de debilidad, principalmente en sus elementos ideológicos, pues ha venido haciendo concesiones conceptuales y programáticas al neoliberalismo, hasta llegar a adherirse al Proyecto Educativo Nacional elaborado por el Consejo Nacional de Educación, que a su vez recoge el proyecto de Foro Educativo y se allana a la Ley 28044, que es, en  verdad, el real proyecto educativo que el neoliberalismo ha impuesto, legalización de la reforma dejada por el gobierno de Fujmori.  Pasará un tiempo más para que esa opinión pública engañada por la prédica neoliberal contra los maestros, se dé cuenta de que la "nueva reforma" no conducirá sino a un nuevo fracaso; que la evaluación de los maestros en los términos aplicados no resolverá la crisis de nuestra educación, aun cuando se repita tres veces al año; que todas las medidas parciales que se están realizando (textos escolares, "plan lector", "capacitaciones" de maestros, etc.), al no formar parte de una reforma integral y democrática de la educación sobre la base de la escuela pública, carecerán de eficacia.  El mismo destino tendrá la denominada Nueva Carrera Pública Magisterial que el actual Congreso está por aprobar.  Inspirada en las recomendaciones del Banco Mundial y sus "expertos", esta nueva normativa busca reducir aún más los derechos de los maestros, imponer el concepto individualista de la carrera pública ("meritocracia" lo llaman los neoliberales) para librar al Estado de los aumentos salariales globales y solamente otorgar "incentivos" a un reducido grupo que supuestamente está "más preparado" que el resto. 

La política educativa y magisterial del gobierno aprista golpea a todos los maestros.  El propio magisterio de filiación aprista siente que "su" gobierno carece de proyecto educativo, pues tuvo que tomar el PEN elaborado por los integrantes de Foro Educativo.  Siente también que en lugar de reivindicar al maestro y devolverle los derechos que el fujimorismo le cercenó, mantiene esa misma situación, agravándola.  En cuanto a la mayoría de los maestros, su conciencia de sentirse cada vez más explotados y hasta denigrados por las clases dominantes, les convierte en potenciales factores de lucha, primero reivindicativa, pero con posibilidades de retomar su papel de líderes sociales que se unen al pueblo para buscar una nueva alternativa de transformación social, lo que en el campo de la educación debe conducirlos a liderar un nuevo proyecto educativo que el SUTEP ha venido construyendo y que hoy necesita retomarlo.

UNA ALTERNATIVA POSIBLE DE LUCHA

La lucha del magisterio peruano organizado en el SUTEP de concebirse con mayor amplitud.  No solamente la lucha de todos los maestros de todos los niveles educativos para forjar una nueva educación en el Perú.  En el nacimiento del SUTEP hubo esta concepción que no logró desarrollarse.  La lucha por una nueva educación no parte de cero, ciertamente, sino de la rica tradición de nuestra educación que ha tenido forjadores de nuevas visiones, entre las cuales está el proyecto del SUTEP que debemos seguir reelaborando como elemento de contradicción con la reforma neoliberal y con todas las manifestaciones de conservadurismo educativo que hay en el Perú.

En el SUTEP se requiere de un nuevo impulso que recoja lo mejor de su tradición de lucha, que convierta al clasismo sindical en la guía de su accionar y en la base para la formación de nuevos cuadros dirigentes.  El clasismo no es un cliché sino un espíritu de lucha renovador y ligado a las masas, ajeno a todo espíritu burocrático que reemplaza a las masas en lugar de promover la participación activa de éstas.

Se necesita hoy promover las escuelas sindicales para el magisterio joven, así como los seminarios pedagógicos en los cuales se expongan y discutan los problemas fundamentales para deslindar con todas aquellas concepciones que el pragmatismo neoliberal ha logrado integrar en un cuerpo de pedagogía constructivista y de políticas educativas privatizadoras y de destrucción de la escuela pública y de la profesión docente, concentrando la formación docente en el manejo de la didáctica operativa.

Si buscamos un objetivo central de la lucha de hoy es la recuperación del espíritu de lucha del SUTEP y de los maestros organizados en el sindicato.  Recuperación y avance retomando la defensa de la escuela pública, de la profesión docente y los derechos de los maestros como trabajadores, del papel de los maestros como educadores y forjadores de una  nueva conciencia en la niñez y la juventud, conciencia transformadora, patriótica y de compromiso con la lucha por la justicia social.

Sin el SUTEP y su unidad no hay camino posible de éxito.  Sin su organización en cada base tampoco, en cada distrito y provincia.  Las formas de elección de los dirigentes lo resuelven los sindicalistas y no los escribas de ciertos diarios, muchos menos los gobernantes corruptos o loa "expertos" que jamás se han organizado en un sindicato.  Tampoco es el Colegio de Profesores el organismo que reivindicará a la educación y a los maestros.

La lucha contra la municipalización de la educación sigue siendo una tarea pendiente, recogiendo la experiencia de los años 90.  La comprensión de esta política es todavía parcial entre los maestros y casi nula en la ciudadanía.  Los únicos que saben da donde van con esta política educativa y económica son los neoliberales, por eso su empeño en aplicarla.

No hay que bajar la guardia en la lucha por mejores salarios.  Por todos los derechos que están en la Ley del Profesorado.  Quienes hoy la pretenden "obsoleta" son los que pretenden maestros sin derechos, salvo el "mérito" de obtener un "incentivo" cada vez que aprueba la evaluación neoliberal y estandarizada. 

No caer en la vacilación.  No conciliar con los conceptos neoliberales.  La organización, la unidad y la lucha son el camino.  Preparar el estado de ánimo para nuevas luchas.  El espíritu de lucha se forja en la lucha.

Lima, mayo del 2007

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