domingo, 12 de diciembre de 2010

Wálter Lingán: una novela entre la historia y la política peruanas


 


 

            José Ramos Bosmediano, miembro de la Red social para la Defensa de la Escuela Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP

 

Estuvo en Lima Walter Lingán en el año que concluye y viajó también al interior del país, particularmente a su tierra Cajamarquina, para presentar su última novela: "El espanto enmudeció los sueños" (arteidea / grupo editorial, Lima, 2010).

Wálter vive en Colonia, (Alemania) desde la década de los 80, ciudad donde estudió Medicina, profesión que ejerce y a la cual le saca el tiempo suficiente para dedicarse, con ímpetu sorprendente, a la literatura.  Es un caso más de especialistas en una determinada  ciencia que aman y disfrutan del arte de la literatura, como Ernesto Sábato o Nicolás Parra, para citar solo dos ejemplos en Latinoamérica. 

Walter es uno de los peruanos que, como Melacio Castro, ha desarrollado su talento y ha  dedicado su acción social a favor de las causas nobles de los peruanos, en Alemania, donde finalmente está procreando también criaturas de ficción..

En el haber literario de Wálter nos encontramos con varias narraciones, desde "Por un puñadito de sal" (1990) hasta "La danza de la viuda negra" (2008), "La ingeniosa muerte de Malena" (2009) y "Un pez en el ojo de la noche" (2009).  De manera que estamos ante un autor en franco proceso de crecimiento artístico.

La historia como motivación y fondo

El novelista y crítico literario Miguel Gutiérrez viene insistiendo en la tesis, no nueva por cierto, que señala el lugar privilegiado del narrador en el tratamiento de la historia.  "El novelista es un historiador privilegiado", escuché decir a Gutiérrez en una de sus conferencias, en el sentido de que al tomar los hechos reales de la historia, el novelista le agrega su propia creación sin deformar la realidad, volviéndola, sí, mucho más clara y hasta bella, claro que bella, que por eso es literatura y no historia propiamente dicha, donde la belleza no es lo importante, o lo más importante, sino la expresión real de los hechos y su proyección o perspectiva científicamente fundamentada.   

"El espanto enmudeció los sueños", novela de Lingán que comentamos en las siguientes líneas, constituye el abordaje de los últimos cuarenta años de la historia del Perú, concretamente desde la singular década de los 70 del siglo pasado hasta la actualidad.  Lingán ha querido entregarnos, interpreto desde mi modesta calidad de lector, un fresco de la lucha de clases en el Perú actual, una manera de ver la realidad en su dinamismo y en sus contradicciones fundamentales, un rescate de los protagonistas populares en los hechos que definen este período histórico que aún no ha tenido un desenlace definitivo. 

Se distinguen con nitidez los dos protagonistas de nuestra reciente historia: por un lado, los de abajo, con sus problemas cotidianos, sus conductas sociales delictivas, en algunos de ellos,  en un contexto de escasas oportunidades para edificar una vida digna en el "Barrio" y en la familia; pero también con manifestaciones de heroísmo, de sacrificio y de entrega por las causas más nobles dirigidas a la transformación social de la "Nación".  El narrador de la ficción encabeza los ideales de quienes, en la década de los 70, trataron de cambiar la historia del Perú desde una perspectiva popular y socialista.  Este narrador es un personaje con solidez espiritual y no un mediocre protagonista de causas perdidas.  La presencia de Sendero Luminoso en la obra no tiene nada que ver con el estereotipo de "locos" o "criminales" que la historia oficial ha venido ofreciendo y hasta consolidando en la mente de los peruanos.  Su presencia en la novela como "los paladines de la Cuarta Espada", nombre asignado por el autor al movimiento subversivo dirigido por el "Pensamiento Gonzalo" (Abimael Guzmán Reynoso), es el fruto de circunstancias particulares en la historia del Perú, en las cuales las clases oprimidas no alcanzaron a distinguir la alternativa más correcta para enfrentarse a las clases dominantes que hasta hoy defienden los privilegios de minoría en el poder del Estado.  La aventura senderista es presentada  a través de  sus actos, contrarios a una conducción revolucionaria, enfrentada al aparato estatal en manos de una burguesía aliada a intereses extranjeros.  Su derrota no es una pérdida para el país.

La novela nos da una dimensión bastante aproximada de la represión de la dictadura militar de los 70 del siglo XX, de la restauración oligárquica de los 80, de la dictadura fujimontesinista de los 90 y de la primera década del siglo XXI como continuidad del neoliberalismo impuesto por el dúo Fujimori-Montesinos, cuyas denominaciones que enmascaran a los personajes son, respectivamente, "el forajido oriental" y "el espía imperfecto".

Quizás en aras de la síntesis, la narración obvia los acontecimientos que ayudaron a arrinconar a la dictadura militar de Morales Bermúdez, como son las prolongadas luchas de 1978 u 1979, en las cuales los maestros del SUTEP y los frentes de defensa fueron los principales actores de grandes jornadas de masas, colofones del Paro Nacional del 19 de julio de 1977, bellamente presentado en el primer capítulo de la novela, con unos épicos versos del poeta y profesor Cesáreo Martínez.   Ocurre también con la ausencia de la larga lucha de los maestros peruanos en 1991 contra los planes fujimoristas de privatizar la educación y destruir los derechos de los docentes.

Una trama política inconclusa

Como es la presente historia del Perú.  Luchas y derrotas.  Ideales y traiciones.  El futuro que se aproxima y retrocede.  La historia inconclusa que parece reproducirse en uno de los párrafos finales de la novela, cuando la madre dice que seguirá buscando a su retoño asesinado por las fuerzas represivas.

Gran parte de la novela imagina un diálogo entre el preso político revolucionario y el otro preso, "el forajido oriental", que parece haber perdido su acostumbrada arrogancia de cuando tenía el poder bajo la orientación de  "el espía imperfecto".  Es un diálogo que imprime humor a la novela, una manera de destruir al político abusivo e hipócrita, además de ladrón.  En este caso, la novela puede tener un mayor efecto sobre la perversión de un ex presidente que la cárcel dorada en la que actualmente se le mantiene, rodeado de todas las comodidades.  Pero esta "venganza" literaria no es nueva.  El arte es la ficción que supera a la realidad y que sustituye a esta en aquellos elementos que normalmente no se pueden realizar por las debilidades de los que hacen la historia, o deben hacerla de forma diferente a la oficial.

La trama política que presenta la novela de Lingán, si bien sencilla, no conduce a una interpretación estereotipada ni a una visión simplista del lugar de los actores.  Está el Perú de hoy, buscando nuevas definiciones para una salida a la crisis de nuestra sociedad.  La novela   conduce a la esperanza, pues los personajes "de abajo" no han claudicado de sus ideales: han sido, en todo caso, derrotados temporalmente.

El arte de narrar

La narrativa de Lingán se inscribe en la que se ha abierto paso en el Perú desde los 90 del siglo XX, tomando el hecho de la violencia como la otra forma de hacer política desde las distintas posiciones  que adopta la lucha de clases.  En este contexto, han surgido nuevos autores y obras de algunos ya veteranos que enfocan la violencia en el Perú como motivación fundamental de una nueva narrativa que puede definirse también como neorrealismo, ya no solamente urbano, sino la inmersión de lo rural en lo urbano y viceversa. Esta nueva narrativa no invalida las otras escrituras, más bien enriquece la literatura peruana actual.  Porque es inevitable el abordaje de la violencia de nuestro tiempo, parafraseando el título de una de las novelas más importantes de los 90, precisamente de Miguel Gutiérrez ("La violencia del  tiempo").  No es casual que en la novela de Lingán sean citados por el personaje principal los escritores Santiago Roncagliolo y Dante Castro, entre otros.

La narración contiene una combinación de diálogos alternados que saltan el tiempo y algunos monólogos que buscan perfilar mejor el mundo interior.  Lo más logrado del libro, a nuestro parecer, es el capítulo inicial, cuando de la mano del poema de Cesáreo Martínez, nos ofrece el panorama de la jornada de lucha del 19 de julio de 1977, las marchas callejeras, las movilizaciones de masas, la quema de llantas que expresan la furia de los oprimidos, las consignas de lucha, el espíritu combativo de quienes no tienen nada qué perder pero sí mucho qué ganar.  Cómo se nota el carácter bastante testimonial del autor respecto a esa década de grandes batallas sociales.

El capítulo primero es una verdadera pieza de inicio de una obra que busca expresar la unidad de un conjunto. Un personaje que representa  el lado débil de la sociedad, El Barrio, que trata de señalar su origen y su posible trayectoria para liberarse de un sistema opresivo, que utiliza el arma de la escritura para esclarecer a sus vecinos sobre lo que ocurre en el país. 

Recuerdo que en la presentación del libro uno de los ponentes resaltó la "táctica" del narrador de usar apelativos para no citar directamente a los personajes.  Tengo la convicción que esta sustitución no era necesaria, pues los apelativos resultan abiertamente expresivas que, en realidad, no ocultan nada.  Me parece que es la parte débil de la novela.

La obra de arte encierra siempre elementos contradictorios dentro de una totalidad interrelacionada.  "El espanto que enmudeció los sueños" contiene los elementos que definen las contradicciones sociales del Perú actual.  La política y la historia del Perú actual no son nada bellas, pero la ficción que Lingán ha creado las presenta  singularmente subyugantes como para buscar nuevos desenlaces.

Al comentar el libro de Wálter Lingán, estoy consciente de mis limitaciones, pues no tengo la formación necesaria para la crítica literaria.  Lo hago como un inquieto lector, sobre todo porque pienso que la literatura, tanto la narrativa como la poesía, cuando son auténticas,  contienen las palpitaciones de una sociedad, de una época, con sus contradicciones y sus perspectivas. 

Lima, diciembre 4 del 2010

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domingo, 21 de noviembre de 2010

México: 1910 -1917


         José Ramos Bosmediano, miembro de la Red Social para la escuela Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú)

 

Este 20 de noviembre el pueblo mexicano está celebrando el bicentenario de su independencia nacional del dominio español y el centenario de la Revolución Mexicana, uno de los hechos sociales más significativos al iniciarse el siglo XX, al lado de las dos revoluciones rusas (1905 y 1917),  el inicio de la Revolución China (1911) y la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918).

De los dos acontecimientos celebrados hoy, el de mayor relieve es, por su contenido de clase, la Revolución Mexicana, la primera en América Latina que intentó destruir el dominio terrateniente a través de la lucha armada y con una perspectiva implícita de avanzar hacia un sistema social que hiciera todas las reformas necesarias para satisfacer las reivindicaciones del vasto campesinado mexicano y crear una república moderna con soberanía y democracia.

Los partidos que dominan hoy en México (PRI y PAN), sus intelectuales, periodistas y dueños de los medios, afines al neoliberalismo hegemónico, están dando su propia versión de aquella epopeya del pueblo mexicano, con réplicas en los medios de comunicación de los demás países de nuestra América, tratando de desmerecer esa lucha.  Es un imperativo que las fuerzas progresistas y de izquierda la reivindiquemos como uno de los hechos de la revolución mundial en el siglo XX.

El programa de la Revolución Mexicana

En el proceso de la Revolución Mexicana de 1910 hay que distinguir lo contingente de los sustantivo.  Lo primero son ciertos episodios de la lucha entre los caudillos.  Lo sustantivo es la motivación causal del estallido revolucionario y el programa de la revolución.   La causa hay que encontrarla en la prolongada acumulación de la explotación de la vasta masa campesina, cuyas condiciones de existencia eran insoportables en medio del dominio terrateniente en un país feudalizado, como fueron casi todos los países latinoamericanos luego de la primera independencia (siglo XIX).

La dictadura de Porfirio Díaz profundizó la polarización social en México, situación que permitió el desarrollo de una conciencia nueva, insurgente, con la presencia, además, de inmigrantes europeos portadores de ideologías anarquistas, pero también con la existencia de un proletariado incipiente pero influido por la prédica anarquista y hasta socialista.  Por más que Porfirio Díaz y los caudillos que tomaron el poder luego de su fusilamiento transaron con los conservadores y enemigos de la revolución, esta siguió su marcha hasta dotar a México de una Constitución, la de Querétero, que incluyó las principales reivindicaciones que exigía el pueblo mexicano: la educación obligatoria, gratuita y laica; la nacionalización de las tierras y su distribución entre el campesinado pobre; las reivindicaciones obreras: jornada máxima de 8 horas, salario mínimo, derechos de seguridad social, invalidez, accidentes de trabajo, etc..

La conducción y el curso de la lucha, desde abajo, fueron impulsados por los líderes populares Pancho Villa y Emiliano Zapata, cuya actuación ha sido reivindicada por el pueblo y por los historiadores más objetivos de aquella revolución.

Los 7 años de lucha de una revolución inconclusa y traicionada por los caudillos legales que fueron asumiendo el poder dio lugar, sin embargo, a un conjunto de hechos de definían un contenido distinto a lo que después impusieron los vencedores que hasta hoy tienen bajo su mando los destinos de México.

El campesinado asumió, en gran parte, la propiedad de la tierra aún cuando los gobernantes impidieron un mayor fraccionamiento de los latifundios, como ordenaba la Constitución de 1917.

La política educativa impulsó la reducción del analfabetismo y la escolarización gratuita de millones de niños mexicanos del campo, excluidos antes de la escuela.

Impulso de una obra cultural desde la Secretaría de Educación Pública (Ministerio) al mando del intelectual José Vasconcelos, uno de los nuevos espíritus revolucionarios que surgieron en nuestra América en las primeras 3 décadas del siglo XX, al lado de Alfredo Palacios, José Carlos Mariátegui, Julio Antonio Mella, entre otros.

La prolongada  situación revolucionaria que vivió México en esos años facilitó el surgimiento de una obra plástica de nuevo contenido humano, entre el espíritu de las masas en lucha y las nuevas tendencias de la vanguardia estética, con Diego Rivera a la cabeza de otros muralistas de la pintura mexicana revolucionaria.

Sin el impulso de la Revolución Mexicana no podría explicarse el desarrollo de un movimiento cultural y académico en México, principalmente desde la Universidad Nacional Autónoma de México (la gloriosa UNAM), cuyas aulas llegaron a nutrirse también de la intelectualidad progresista que se exilió en México debido a la persecución del franquismo desde 1939 (España).

Literariamente, Mariano Azuela constituye un intérprete cabal del espíritu revolucionario del pueblo mexicano a través de su fundadora novela "Los de abajo".

La versión de la burguesía mexicana

La derrota de la larga dictadura de Porfirio Díaz, portador de los intereses de los terratenientes mexicanos, dio paso al gobierno insurgente de Francisco Madero con una programa revolucionario-democrático que puso como centro reivindicativo la tierra para los campesinos, pues los gobiernos anteriores, luego del gobierno de Benito Juárez, promovieron la formación de los grandes latifundios a costa de los ejidos comunales, cuya apropiación por aquellos fue casi total.

En lugar de realizar un análisis autocrítico de su largo ejercicio del poder en México y de sus responsabilidades por la calamitosa situación de su país,  las clases dominantes y sus fuerzas políticas pretenden ofrecer una imagen distorsionada de la Revolución Mexicana.  La pretenden inservible porque en el México de hoy sigue imperando un sistema de profundas desigualdades en todos los órdenes: la pobreza, hasta llegar a la indigencia; la desocupación absoluta de millones de mexicanos; la emigración permanente hacia territorio yanqui en condiciones de riesgo; la criminalidad más elevada en América Latina por la acción del narcotráfico; los miserables salarios para obreros y obreras que trabajan en las empresas extranjeras de la maquila; la crisis educativa profundizada por la actual reforma educativa neoliberal; la decadencia de la agricultura campesina por la importación masiva de alimentos desde Estados Unidos y Canadá bajo las normas del TLC firmado en 1994.

La situación que vive México hoy no es una consecuencia de la Revolución Mexicana, sino el resultado de la traición del programa fundamental de dicha revolución.  Al fundarse el Partido Revolucionario Institucional hace más de 70 años, la burguesía mexicana, en alianza con los terratenientes, se propuso configurar un Estado democrático-burgués; y lo hicieron a expensas de los derechos de las masas campesinas y obreras.  Lo que hoy llaman democracia, es su democracia del dinero, como son muchas de las democracias que imperan en América Latina.

Recordando el proceso revolucionario de 1910 -1917 tenemos la convicción de la necesidad de una nueva revolución mexicana en las nuevas condiciones económicas, políticas y sociales. Sin desconocer el papel del campesinado y los 10 millones de indígenas mexicanos, hay que considerar que una fuerza decisiva para un nuevo proceso de cambio social es la numerosa  clase obrera, al lado del  vasto sector estudiantil e intelectual del México profundo.

 

Nuestro saludo al pueblo mexicano y a quienes persisten en la lucha por la transformación de su gran país.

Lima, noviembre 20 del 2010

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martes, 21 de septiembre de 2010

Susana Villarán: ¿Izquierda o socialdemocracia?


José Ramos Bosmediano, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP.

Al aproximarnos al 3 de octubre, día de las elecciones regionales y municipales del 2010 en el Perú, la disputa por el gobierno municipal-regional de la provincia de Lima se ha convertido en el centro del debate público por la polarización entre dos candidatas: Lourdes Flores Nano, de la derecha neoliberal neta, por un lado; y Susana Villarán, de una línea de socialdemocracia que encarna el ideal del neoliberalismo "con rostro humano", de la vertiente del catolicismo de la Teología de la Liberación. Lourdes Flores, para engañar a los desprevenidos, debió de desmarcarse de un procesado por narcotráfico al cual sirvió de asesora jurídica, y del más sucio sector de la política peruana, el fujimontesinismo que tenía como candidato al impresentable Alex Koury. Por su parte, Susana Villarán, para dar "fuerza social" a su candidatura (su partido se llama, precisamente, Fuerza Social), no tuvo más que buscar y aceptar el apoyo de fuerzas de izquierda y sectores progresistas, incluyendo en su lista a representantes del P. C. del P. "Patria Roja" (MNI) y del PNP de Ollanta Humala, principalmente.

La candidatura de Lourdes Flores se inició con un apoyo mayoritario, muy cerca a la del defenestrado Alex Koury, tachado por las argucias usadas para demostrar una residencia que, en realidad, no tenía ni podía tener. Mientras que Susana Villarán empezó su campaña con un minoritario apoyo de 4%, en el grupo de los "sin esperanza". Los perdedores fujimontesinistas que se quedaron sin su candidato Koury, inmediatamente, desde la "gran prensa" limeña, desataron una campaña de desprestigio contra ella, casi con los mismos improperios usados en la campaña del 2006 contra Ollanta Humala. En menos de un mes, la candidatura de la Villarán se puso por encima de la de Lourdes Flores, la que finalmente sólo viene siendo apoyada por su partido, el PPC y por quienes, desde el fujimontesinismo, actúan cegados por su posición anticomunista, que les lleva a no distinguir, incluso, la verdadera representación de clase de Susana Villarán. Jaime de Althaus de El Comercio de Lima y Aldo Mariátegui de Correo de Lima, los más sobresalientes defensores de lo más podrido del neoliberalismo en el Perú actual, encabezan la contraproducente campaña contra Susana Villarán. Otro sector neoliberal de los medios, más perspicaz e inteligente, se dio cuenta que, con Susana Villarán en la Alcaldía de Lima, no quedaba una posible candidatura sólida de "izquierda" para las presidenciales del 2011, pues Ollanta Humala, pese a sus reacomodos derechistas, tiene serias debilidades para recuperar la fuerza que tenía y vencer a la derecha neoliberal. ¿Para qué serviría Lourdes Flores en esa perspectiva?

La campaña contra la izquierda, la cuestión de fondo

Tanto los recalcitrantes fujimontesinistas como los neoliberales que han abandonado a Lourdes Flores y "apoyan" a la Villarán tienen un punto de unión, una identidad ideológica: su posición antizquierdista, antisocialista. Tienen la pretensión de definir cuál es la izquierda que les gusta, no obstante afirmar que izquierda y derecha son categorías que no existen, como tampoco, para ellos, existe la lucha de clases. Se consideran los dueños de la democracia y hasta del socialismo, sin ser socialistas y agitando una democracia que no practican. Sólo les falta fundar un partido de izquierda que tenga como lema: ¡viva el capitalismo!

Los Bayly y los Álvarez Ródrich, y ni qué decir de los Aldo Mariátegui y los Jaime de Althaus, califican de "izquierda extrema" a quienes son los socialistas marxistas, cuya presencia pretenden anular porque plantean la necesidad de cambiar el sistema capitalista por la alternativa socialista. Desde su posición de clase tienen toda la razón de meter miedo a la población, pues con ese tufillo de supuestos defensores del país y de sus recursos naturales, coinciden, en el fondo, con el discurso pacato de Lourdes Flores anunciando el "retroceso" económico y social que significaría el triunfo de Susana Villarán acompañada de los "rojos". Para ellos, el capitalismo significa el mejor sistema para seguir manteniendo sus privilegios de profesionales al servicio de los capitalistas y del modelo neoliberal que les garantiza arrancar buena parte de los excedentes generados por la sobrexplotación de los trabajadores de la producción y los servicios, cuyos ingresos son inferiores a los de la alta burocracia estatal y privada.

Les atemoriza la tendencia creciente de rechazo al sistema capitalista neoliberal y al papel que los izquierdistas organizados, desde los sindicatos de trabajadores, desde las organizaciones populares, desde los partidos de izquierda y desde las capas de intelectuales progresistas pueden cumplir para orientar y dinamizar la lucha de los oprimidos. Tal es la razón por la cual pretenden una Susana Villarán libre de "extremistas", pues saben que ella y su partido no constituyen ningún peligro para el orden existente. La socialdemocracia que profesa y practica es la política del "justo medio" para impedir que los de abajo resquebrajen el dominio del gran capital. Mucho mejor, como ocurre con la tendencia socialdemócrata actual, cuando no existe una base de trabajadores organizados y combativos que presionen por sus derechos y por los derechos sociales en general, como ocurrió con la socialdemocracia europea a partir de la primera guerra mundial (1914 – 1918), que obligó a los capitalistas hacer concesiones importantes hasta derivar en el denominado "Estado del Bienestar". En este caso, los comunistas cumplieron un rol de vanguardia en aquellas luchas del siglo XX.

No faltan intelectuales socialdemócratas que, expresando sus rotundas discrepancias con los izquierdistas marxistas, defienden, sin embargo, el derecho de estos a participar en la lucha política electoral, como lo vienen haciendo desde 1980. Califican a los izquierdistas marxistas como depositarios de un sistema "fracasado", lo que supone que el capitalismo y su democracia burguesa, con el visto bueno de Giovani Sartori, Bobbio y otros, es la única alternativa para nuestro país.

Perspectivas…

Con todas las limitaciones de la socialdemocracia que representa Fuerza Social y su candidata Susana Villarán, su triunfo significará una importante derrota política para la derecha neoliberal y sus soportes partidarios: PPC, APRA, fujimontesinismo, Solidaridad Nacional, Somos Perú y otras agrupaciones menores. También significará una recuperación inicial de la tendencia de las masas hacia la izquierda y el cambio, frente al fracaso de las políticas neoliberales que desde los 90 del siglo XX se vienen aplicando en el Perú.

El gobierno municipal y regional de la provincia de Lima por Fuerza Social podrá demostrar una diferencia sustancial con las administraciones neoliberales anteriores, principalmente con la que concluye con Castañeda Lossio, en lo social, en lo moral y en lo técnico. No proceder de manera diferenciada significaría una nueva frustración para aquellos sectores que están buscando una nueva alternativa para los problemas del Perú.

El nuevo gobierno municipal podría significar un nuevo rumbo para la organización de la población, democrática y activa, en la búsqueda de soluciones a los problemas de la gran Lima: seguridad pública, transporte, acondicionamiento del territorio, saneamiento ambiental, cultura y recreación, lucha contra la corrupción; pero también la salud y la educación pública, cuyas estructuras son actualmente un caos por el abandono de lo público y el crecimiento de lo privado. Con respecto a la educación, no es auspiciosa la presencia, en el equipo de Susana Villarán, de personas que han colaborado abiertamente en la implementación de la reforma educativa neoliberal, cuyas consecuencias estamos enfrentando hoy.

A partir de un posible triunfo de Fuerza Social este 3 de octubre, nuevas condiciones podrían abrirse para perfilar un nuevo movimiento de izquierda, popular por su composición y su contenido programático. Se pondrá a prueba, entonces, la capacidad de los dirigentes para promover la más amplia unidad en torno a un programa de reformas profundas en lo económico, político, social, cultural y educativo.

Iquitos, setiembre 21 del 2010
Fuente: http://radiolatinos.free.fr/articulo.php?id=1705.htm

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Actividad reciente:
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jueves, 19 de agosto de 2010

La carrera de Idel Vexler Talledo


                                    José Ramos Bosmediano, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas, ex Secretario General del SUTEP

 

Cuando ya se anunciaba el cambio de Gabinete Ministerial del segundo gobierno del Apra, a menos de un año de su culminación, el Viceministro de Gestión Pedagógica del ministerio de Educación, el profesor Idel Vexler Talledo, escribió uno de sus acostumbradas columnas en el diario que le promueve como el non plus ultra de la educación oficial, La República del 1608/2010, p. 11.

Antes de referirme al contenido del artículo y de su intencionalidad manifiesta, es necesario decir que el profesor Vexler, si bien se graduó como profesor en la Universidad Pública La Cantuta, su labor profesional fundamental tiene que ver con la educación privada.  Su tendencia política estuvo relacionada con la experiencia de Izquierda Unida desde la posición del cristianismo  de la Teología de la Liberación, aquello que se ha llamado siempre "progresista", término que quiere decir muchas cosas, especialmente cuando la persona evoluciona de cara a  las vicisitudes de la lucha de clases.  Vexler fue a parar en Foro Educativo, especie de ONG que promueve cambios educativos en el marco de la reforma educativa neoliberal, por lo que su Proyecto Educativo Nacional, muy bien promovido desde los tres últimos gobiernos posfujimoristas, juega en pared con la privatización de la educación y la desregulación laboral de la carrera docente.

Desde esa posición, Idel Vexler logró situarse en la cúspide de la administración de la educación peruana, desde el 2001 por lo menos.  Pero ha sido con el gobierno aprista que Vexler Talledo ha podido demostrar su dotes para combinar sus anteriores poses izquierdistas con la más ferviente fe en la reforma educativa neoliberal que el actual gobierno desarrolla a partir de las líneas maestras de la reforma fujimontesinista.

El artículo que nos ocupa, "Carrera Pública Magisterial", no es el único donde su autor mistifica la reforma educativa neoliberal, ni lanza loas a las "políticas de Estado" del gobierno aprista.  Vexler llegó a escribir en el boletín del Consejo Nacional de Educación un ditirambo para los "Coloquios" de Haya de la Torre, aquellas versiones taquigráficas de las conferencias que el extinto líder del Apra solía ofrecer a la boquiabierta e ingenua militancia que se congregaba para escuchar más anécdotas que conocimientos.  Vexler, a partir de la lectura de esas piezas oratorias, llegó a calificar a Haya de la Torre como un gran maestro.  Del progresismo saltó al aprismo y con su artículo sobre la Carrera Pública Magisterial nos demuestra que sus objetivos personales no tienen nada que ver con la Teología de la Liberación, que dicho sea de paso, ni sus fautores peruanos defienden hoy con la vehemencia del pasado.

Siete mentiras en siete párrafos

En el primer párrafo dice Vexler:

Se debe reconocer que el ministro José Antonio Chang, con firme convicción y entereza, ha promovido la aprobación de la Ley de Carrera Pública Magisterial (CPM), así como su implementación durante el actual gobierno que lidera el presidente García.

Nadie puede dudar de la convicción con la que el Ministro Chang, pero también Vexler, han promovido la Ley de CPM y su implementación a paso forzado.  Sus objetivos de desregular el trabajo docente, eliminar el derecho al aumento de salarios en función de la evolución del costo de la canasta familiar, de limitar el presupuesto dedicado a salarios magisteriales mediante un sistema de segmentación "inteligente" de la masa docente con el sambenito de la "meritocracia",  están diseñados en los procesos de evaluación estandarizada y las condiciones del ascenso a los niveles IV y V, más la demagogia de la remuneración calculada con base a 40 horas pedagógicas.  Son estas triquiñuelas las que explica esa "firme convicción" del ministro Chang, operador de turno de las orientaciones del Banco Mundial en materia educativa.  En lo que se refiere a la supuesta entereza del Ministro Chang, no cabe duda que Vexler ha tomado solamente el significado de "fortaleza", pero no los contenidos de probidad, honestidad, lealtad a los principios, integridad personal.  Si se trata de José Antonio Chang, lo que menos puede exhibir de su personalidad es entereza, incluso teniendo en cuenta que un defensor de la educación privada no puede, al mismo tiempo, trabajar a favor la escuela pública.  Más cuidado, señor Vexler, con el uso de las palabras.  Quien se equivoca con las palabras, es porque titubea con sus pensamientos.

En el párrafo siguiente, no se sabe si por ignorancia, olvido o afán de encubrir a los verdaderos autores de las ideas básicas de la CPM, el autor nos dice que "la génesis (de la CPM, aclaro) se remonta a la consulta nacional impulsada por el Ministro Marcial Rubio durante el gobierno del presidente Paniagua".  Quienes se den un tiempito para revisar los decretos legislativos y decretos leyes del fujimontesinismo, 1991 y 1992, respectivamente, podrán descubrir que las "grandes ideas" de la política magisterial actual se encuentran esas normas que, con la lucha de los maestros, fueron derrotadas, aun cuando la dictadura corrupta y neoliberal fue introduciendo las evaluaciones estandarizadas y los concursos amañados para incrementar el sistema de contratos y la precariedad del trabajo docente, además de ir acumulando "aumentos" irrisorios a las remuneraciones no pensionables, que hoy constituyen un monto de entre 400 y 500 soles que, al jubilarse un maestro, deja de percibir en su pensión.  La "duplicación" de la remuneración docente durante el gobierno de Toledo forma parte de la treta de ahorrar recursos fiscales disminuyendo los salarios y las pensiones. Estas ideas fueron luego expuestas con mayor claridad durante el gobierno de Valentín Paniagua, en un Seminario organizado por el Banco Mundial y por el MINEDU, en la sede de este ministerio,  al cual fui invitado como ex dirigente del SUTEP.  En este evento los expositores desarrollaron las tesis que hoy están plasmadas en la Ley de CPM, casi todos funcionarios del Banco Mundial.  Uno de los viceministros de Marcial Rubio, dirigió el Seminario.  La tan mentada "Consulta Nacional", liderada por la congresista Gloria Helffer, no fue sino el llenado de una encuesta cuyas conclusiones estaban ya diseñadas en las preguntas.  La única verdad que afirma Vexler es que el gobierno de Toledo, tan neoliberal como el actual, prosiguió el proceso y promulgó la Ley General de Educación 28044, que legaliza la reforma neoliberal.

El tercer párrafo glosa la redundante aunque incompleta consideración para el ejercicio de la docencia en las aulas: "carrera pública, con evaluaciones sobre formación, idoneidad, desempeño y experiencia".  La carrera pública magisterial no es de hoy en el Perú, sino del siglo XIX y, en el mundo, de 1784, luego del triunfo de la Revolución Francesa.  Esa carrera pública no solamente supone formación profesional y todas las cualidades éticas y sociales que todo maestro debe poseer, desterrando, por supuesto, el oportunismo político que muchos funcionarios llevan a cuestas para elevar sus ingresos, sino que establece también derechos económicos, sociales y culturales para los docentes, como establece la Resolución de la UNESCO del 5 de octubre de 1966 para el ejercicio de la docencia y que todo Estado está obligado a cumplir.  Las evaluaciones estandarizadas que aplica el actual gobierno no tiene nada ver con las condiciones de idoneidad que menciona Idel Vexler.

Para marear a los incautos, Vexler menciona el objetivo 3 del denominado Proyecto Educativo Nacional elaborado por el CNE y entregado al gobierno aprista, que lo hizo suyo ipso facto: "Maestros bien preparados ejercen profesionalmente la docencia".  Afirmación de Perogrullo, pero que no menciona en qué condiciones hay que ejercer el trabajo de enseñar.  Este ocultamiento de las condiciones no es nueva ni se puede dejar de aclarar.  La productividad del trabajo que impone el capitalismo, mucho más el del capitalismo salvaje o neoliberal, excluye las condiciones económicas y sociales en que se desempeña el trabajador, empleado u obrero.  La exigencia del capitalista es más producción para más ganancia del inversionista.  Esta lógica se ha trasladado a la educación en casi todos los países donde el neoliberalismo ha impuesto su dominio absoluto, incluyendo Estados Unidos, país en el cual el gobierno de Obama se ha visto obligado a trasladar importantes recursos financieros para parchar su sistema educativo creando los denominados "Colegios Comunales".  Es la lógica de la CPM, cuya aplicación, incluso con todo el magisterio activo en ella, no resolverá la crisis actual de la educación peruana.

En el quinto párrafo sigue remachando sobre las bondades de la CPM y la meta de los 95 mil maestros que deben incorporarse a ella hasta junio del 2011, elogiando, de paso, los concursos que se vienen realizando y de cuya idoneidad hasta los periodistas venales han empezado a dudar por los tejemanejes en su aplicación, con pruebas mal elaboradas y vendidas de antemano, resultados alterados y vueltos a alterar en pocas horas, etc., incluyendo la falta de presupuesto para abonar los salarios ofrecidos.  Sobre las remuneraciones ofrecidas: si en la década de los 90 del siglo XX un maestro requería un sueldo promedio de 2000 soles, en las condiciones actuales ese requerimiento no puede ser menor a 3000 para que un maestro deje de buscar otras actividades de supervivencia y concentrar sus energías en la enseñanza-aprendizaje.

En el sexto párrafo don Idel Vexler pide que la CPM del Banco Mundial se convierta en "política de Estado" (¿no es política de Estado, de este Estado neoliberal, señor Vexler?), es decir, que no tenga fin y que nos lleve a tener en el Perú maestros públicos sin derechos económicos, sociales y culturales, ergo, maestros cuasi sometidos al también neoliberal sistema del CAS, como ya lo están los maestros del "Colegio Mayor" de Huampaní.  De las evaluaciones "transparentes y técnicas" del señor Vexler ya hemos hablado y los maestros lo están experimentado con amargura, muchos veces con impotencia.

Finalmente, Vexler apela a los "editorialistas y analistas" de la peor prensa de América Latina, es decir del Perú, con algunas excepciones desde luego, para que la CPM se aplique sin chistar, calificándola como "una de las reformas educativas más importantes de las últimas décadas", por lo cual "no cabe la menor duda de que el próximo gobierno dará prioridad a esta trascendental transformación para continuar avanzando en el mejoramiento de la profesión magisterial y de la escuela pública".  Tal es el sueño de Idel Vexler, acaso el mismo sueño que tuvo cuando apoyó la reforma educativa desarrollista de la dictadura militar de los años 70 del siglo XX.  No se da cuenta que ya fracasó nuevamente, y que el hecho de embolinar a 95 maestros a la "renovada" CPM no significa ni siquiera mejorar la educación peruana.  En cuanto al porvenir de la escuela pública, es todavía peor en las condiciones impuestas por la reforma neoliberal.  Además, hablando con propiedad, la política magisterial que se impone con la CPM no es una reforma educativa propiamente dicha, sino uno de los instrumentos de la reforma educativa neoliberal, como lo es el congelamiento del presupuesto educativo, su reducción en realidad, la municipalización de la educación, el currículo constructivista, etc.

¡Buena suerte, señor Vexler!

No hay duda que Vexler ha realizado una buena faena para merecer el Ministerio de Educación, en días de recambio ministerial y cuando Chang va a su feudo denominado Universidad.  El diario La República, otrora trinchera de combate al neoliberalismo, no ha dejado de apuntalar la carrera burocrática de Idel Vexler, no solamente a través de un espacio para su columna de opinión, sino con las  repeticiones de sus declaraciones cotidianas sobre hechos casi intrascendentes.

En las últimas semanas hemos venido leyendo avisos pagados en los diarios sobre eventos auspiciados, entre otros, por el Ministerio de Educación.  Absurdamente, al lado del logo de este ministerio, aparece también el Viceministerio de Gestión Pedagógica, como si este componente del MINEDU tuviese su propia identidad.  La claridad de la propaganda personal es evidente.

El Viceministro Vexler tiene la seguridad de que la reforma educativa neoliberal será continuada por el nuevo gobierno.  Tiene razón si el 2011 triunfa cualquiera de los candidatos que lideran las encuestas, pues todos ellos llevan en la sangre y en los bolsillos la savia del neoliberalismo.  Toledo, el fujimorismo, el Apra aliado con algún ganador neoliberal, Castañeda Lossio, Lourdes Flores que puede seguir insistiendo, principalmente, no tienen otro programa que el neoliberalismo en sus planteamientos más extremos.  De ser así, que no dude Vexler de que tendrá nuevamente la oportunidad de ser Ministro o Viceministro. 

Pero que no olvide también que la lucha política no es uniforme.   El Perú está llegando a una situación que puede ser inmanejable desde la misma conducción neoliberal. El pueblo puede volver a ocupar el papel protagónico de otros momentos.  Entonces, quienes están hoy arriba pueden caer al sótano.  Y viceversa.  La economía del crecimiento del PBI que no tiene en cuenta las aspiraciones del pueblo, fracasa a la larga.

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